¡Gracias por venir, maja! Esta noche quiero estar ESPECTACULAR, que viene el Luis, el de la cripta de al lado de la Juani. No el que se hincha todo el día a gusanitos, no. El otro Luis, el que va con las tripas asomando. ¡Nuestra historia de amor es preciosa! Mira, te la cuento mientras me acabas de maquillar…
A mí me cuesta mucho abrirme a la gente. Más que nada porque luego es una lata tener que recoger todos los órganos por el suelo. ¡Un asco todo! Pero una noche apareció Luis. Tan alto. Tan guapo. Y con ese andar suyo de zombie tan elegante. No como Paco, mi ex, que arrastraba los pies.
Nada más conocer a Luis me robó el corazón. Di que tampoco lo necesitaba para nada, pero me lo podía haber pedido, la verdad. Es un poco ladronzuelo. Una noche me quiso robar las tripas, pero como a mí me suenan mucho, las encontré enseguida. Me dijo que robaba cosas sin querer, que es como una enfermedad. No puede evitar entrar en criptas y llevarse cosas. Es un criptómano de esos.
Pero yo se lo perdono todo. Estando viva los hombres me atraían por su físico, pero ahora me fijo más en su cerebro. Y el de Luis es enorme. Tan blandito además… Me lo deja a veces para dormir y lo abrazo como a un peluche, pero me da apuro porque cuando se va sin él parece tontito y se estampa contra todos los árboles que hay camino de su tumba.
El cerebro de Paco en cambio es un horror. Está duro y seco. Lo siento por su novia. Me sabe mal, pero es la verdad. Me sabe fatal. ¡Pero fatal! Como a pollo revenido, me sabe. «Es que hay que añadir picante a nuestra relación», me decía. ¡Los cojones! Ni con pimienta se arreglaba eso.
Paco era muy soso en ese tema, pero en cambio con Luis el seso es increíble. Y el sexo también. Me deja muerta. Una vez me regaló un satisfyer y con la vibración se me desarmó todo el cuerpo. Acabé como Mr. Potato, pero lo de volver a colocar luego los órganos es divertido. ¡Cuerpos de zombies para montar! Ese mercado no está muy explotado y yo creo que ahí hay nicho.
Bueno, a lo que iba. Nuestra historia de amor, que me desvío y yo tengo todo el tiempo del mundo, pero tú no. Esa misma noche vino Luis a mi cripta a devolverme el corazón, y me dijo que le gustaban mis ojos. Los 32. Así que abrí el tarro y los cenamos juntos. Nos entró sueño (se conoce que uno de ellos tenía vista cansada) y dormimos juntos en el mismo ataúd.
Y claro, lo típico. Yo te toco el páncreas… Tú me rozas los pulmones… Y ya sabes, nos liamos. Pero hasta tal punto que no sabíamos qué era de cada uno. Al despertar tenía yo tres orejas suyas y él mi teta derecha. Subimos un selfie a Instagram y nuestros seguidores vivos nos preguntaban cómo se ponían esos filtros.
Pues eso, que despertamos así y nos lo montamos. Y cuando acabamos de montarnos el cuerpo y nos dejamos nada, llegó la hora de desayunar. Yo soy un poco perezosa y me gusta que me traigan el desayuno a la cama, ¿sabes?. Así que Luis, que es muy detallista, fue temprano a la churrería, vino con el churrero y nos lo comimos. Bueno, no todo. Mira, por ahí anda lo que queda del churrero. «¡Hola Jose!». Me saluda siempre sin rencor. Aunque bueno, como no tiene mano, igual me está haciendo una peineta.
En fin, que Luis me conquistó con su romanticismo. Paco no era así de romántico. Yo le decía: «Paco, ¿aún tienes mariposas en el estómago cuando me ves?». Y él me decía: «Ya no, ahora tengo lombrices». Y así con todo. Sólo pensaba en comer. Si le ves, corre, ya aviso. Pero sin estrés, tranqui, recuerda que arrastra los pies.
¿Te digo otra cosa que me gusta de Luis? No es por parecer interesada, pero que sepas que aaar asafaa va agaa aaarfaaa. A faaa, babafaa baaafa baaa aaarg faaba aadaaafaa… Ay perdona, que a veces se me cae la mandíbula. Ya está. Lo que te quería decir…
Que otra cosa que me gusta de Luis, es que tiene tierras. Y claro, quieras o no, es más fácil de salir de una tumba. He conocido a gente con nichos y salir de ahí es más chungo. Pero con tierras, levantas la mano y pum, ya estás fuera. Se oye todo más, eso sí. La gente no respeta lo de «Descanse en paz». Y como salgas a decirles algo, todo son insultos, gritos, hachas y malos modos.
Algo también me gusta de Luis es que no se rinde. Un día intentamos ir a un concierto y la de la taquilla no nos dejaba entrar, porque decía que era un concierto de música en vivo, y no se qué de que nosotros no lo estábamos, y bla, bla, bla. Pues Luis le comió la oreja hasta convencerla. Y luego se comió la otra. Mira, por ahí anda lo que queda de ella. “¡Hola Andrea! ¡Hola Andreaaaa! ¡ANDREEEAAAAAAAA!“. Nada, que no se entera.
La chica dejó su trabajo de taquillera y ahora está todo el día por ahí sin saber qué hacer matando el gusanillo. Que quede entre nosotras, pero le van los miembros. Comentan que tiene un lío con la mano del Greco. Como lo oyes. Están todo el día juntos, son uña y carne. Yo creo que le convenía más su ex, la oreja de Van Gogh, pero ella sabrá. No me gusta meterme en la muerte de los demás.
Yo paso de cotilleos, mis horas muertas las dedico a mi empresa. Hago frases para lápidas, ¿sabes?. Cuando llega un cliente, hablo con sus antepasados y le sugiero una frase por ouija a los vivos. No te puedo decir nombres, por la ley de protección de homoplatos, pero mira, por ejemplo… Ése de ahí era fiscal y le puse: “Para abogado el que tengo aquí enterrado”. Aquel otro era médico y le escribí: “Estoy muerto y el cuerpo lo sabe”. Mira, y el de la esquina era tuitero: “El enterrador me ha bloqueado”.
En la lápida de Paco le puse “Instalando actualizaciones: 85%. Espere unos instantes”. Y así lleva sin entrar 17 años. Es que es mu tonto. Míralo ahí llenando de euros esa cripta. «¡Que así no se hacen las criptomonedaaaas!». Siete veces se lo he explicado. El otro día le pillé persiguiendo a un runner porque decía que le apetecía comida rápida. Es que no tiene cabeza. Encima despistado. La perdió y no aparece.
Pues nada, maja, ya sabes por qué me quiero poner tan guapa. Hoy hacemos Luis y yo 300 años y cenamos fuera. Y digo, voy a llamar a esta chica tan tierna de la funeraria para que me maquille. Ahora cuéntame un poquito sobre ti, ¿vale?. Si bebes, si fumas, tu grupo sanguíneo y esas cosas. Y luego vente conmigo, que conocerás a Luis. ¡Seguro que le gustas mucho!
Buenísimo texto! Enhorabuena