Casablanca 2 tiene, otra vez, por protagonista a un hombre llamado Rick que compra una mansión y se empeña en pintarla de blanco. Rick no solo quiere que la mansión sea blanca por fuera, sino también por dentro: muebles, suelo, cortinas, sábanas, libros, electrodomésticos, el personal de limpieza, la cocinera, etc.
Al principio, la familia está contenta porque el blanco es luminoso y transmite bondad, pureza e inocencia, pero Rick nunca se siente satisfecho y siempre quiere que la casa sea más blanca. «¡Más blanca! ¡Más blanca!», repite todo el tiempo. «Eso no es blanco puro, es blanco hueso y yo quiero blanco, blanco, blanco».
Rick decide recorrer la ciudad en busca de una droguería en la que le vendan pintura blanca con código HEX #FFFFFF (es decir, código RGB 255, 255, 255), pero no la fabrican en ningún lugar.
Se encierra en el sótano y empieza a fabricar pinturas con sus propios disolventes, aglutinantes, aditivos y pigmentos que consigue poniéndose en contacto con diferentes personajes.
Esa obsesión por la blancura hace que la familia y los amigos de Rick comiencen a preocuparse. Creen que quizá Rick tiene algún tipo de trauma, puesto que ha vuelto de la guerra y a lo mejor se le ha ido la olla porque sí, que a veces estas cosas pasan y se pueden tratar con ciertos medicamentos y terapias. Pero luego de mucho indagar se dan cuenta de que esa manía de que todo sea blanco de Rick se debe a que, sencillamente, es nazi. Fin.
