De un tiempo a esta parte, vengo soñando con un bosque de beicon.
Me explico. Me llamo Julián, soy electricista de profesión (trabajo con mi padre como autónomo), aunque mi verdadera pasión es ser compositor de bandas sonoras de películas. Yo era un tipo normal, sin demasiada suerte en la vida, hasta que me di cuenta que si decía que era vegano en Tinder; tenía más match. Por eso me hice vegano. Al principio era sólo vegano en las citas, pero cuando conocí a Julia me hice vegano a tiempo completo, full time, 24/7. Al principio lo llevaba bien, incluso lo disfrutaba; pero ahora, que llevo saliendo con Julia más de medio año y que desde entonces, desde antes incluso, desde el tiempo en que la conocí, no he probado ni un bocado de carne ni de ningún producto relacionado con el mundo animal (o el maltrato animal), sí, eso incluye el increíble mundo del queso.
El problema es que mi inconsciente me está empezando a jugar una mala pasada y de un tiempo a esta parte no paro de tener sueños lúcidos extraños, inquietantes. Sueños en los que voy paseando por un bosque cuyos árboles en vez de hojas, están cubiertos de lonchas de beicon. Beicon recién hecho. A veces siento incluso el olor. Siento en sueños el olor del beicon al freírse, cric, cric, cric (sonido del beicon al freírse en la sartén). Porque al contrario de lo que se podría creer, el beicon que cuelga de los árboles no está crudo o demasiado hecho (como si llevara días en la nevera, es decir, allí colgando), al contrario, ese beicon está recién hecho, jugoso, caliente y que solo de verlo, se te hace la boca agua. Además, ningún pájaro acude a picotear; están intactos. Es una especie de tortura del jardín del Edén para veganos o para gente como yo, para pseudo-veganos.
Hasta aquí, todo más o menos bien. Uno hace el esfuerzo de volverse vegano por amor. Eso es así. E incluso le sienta bien; es decir, uno hace el esfuerzo de hacerse vegano, lo consigue, lo logra gracias a la fuerza del amor y, además, le sienta bien en el organismo. Me gusta alimentarme de verduras y legumbres, de tofu, seitán y todos esos dulces conglomerados que sustituyen a la carne, sí la deliciosa carne, mmm… fleisch.
No sé cuánto tiempo más voy a tener que soportarlo, porque ayer soñé algo todavía más retorcido, todavía más extraño y bizarro. Y es que el bosque en el que paseaba ya no estaba repleto de árboles que tienen beicon en vez de hojas, sino que eran árboles con el rostro del actor norteamericano Kevin Bacon.
Ayer soñé con un bosque repleto de rostros del actor de Footloose, El hombre sin sombra o Mystic River, Kevin Bacon, es decir, a Bacon Forest.