21 de septiembre del 2081

Hay gente a la que le gustaría elegir la forma de morir, a mi me gustaría elegir el día de mi muerte. Sobre todo porque lo primero que preguntan cuando te mueres es cuándo, no de qué. 

Si se hace algo, hay que hacerlo bien. Eso me lo han dicho siempre mis padres. No me gustaría decepcionar a mis padres, y menos, el día de mi muerte. Qué vergüenza tener que excusarse por la muerte de su hijo delante de todos sus amigos ¿A quién se le ocurre morirse un viernes? Seguro que a mi. 

Para quitarme ese peso de encima solo tendría que morirme más tarde que mis padres. Eso creo que lo puedo hacerlo. Así que no me puedo morir antes del… 2040?… 2045? Digamos 2050 para asegurar. En el 2050 mis padres tendrán 89 años y yo 58. Espero que mis padres estén muertos en el 2050. A ver, no quiero que se mueran, pero tampoco quiero vivir con la presión de no poderme morir cuando yo quiera para no decepcionarles mucho tiempo más. Además, que si en el 2050 mis padres se mueren tendré 58 años y un piso en propiedad. Ya irá siendo hora…

A mi me da igual qué día se mueran mis padres, cualquier día me viene bien. Es decir, que no se lo voy a recriminar nunca, sobre todo porque ya estaran muertos, y porque, joder, son mis padres y les quiero. Sé que se morirían un mal día pero sin mala intención. Eso es mucho de padre, hacer las cosas sin mala intención pero tampoco pedir perdón. Por eso no espero que me pidan perdón por morirse, con que me dejen el piso de herencia yo ya me doy por satisfecho. 


Es que es muy difícil morirse un día que le vaya bien a todos, si ya es complicado ponerse de acuerdo con los amigos para irte de casa rural un finde de abril, imagina lo difícil que es para toda la gente que te conoce, y te medio quiere, cuadrar el día de tu entierro. Que esa es otra. Muerte, tanatorio y entierro. Necesitas los mismos días para despedirte de un muerto que para visitar Milán. 

Se necesita mucho tiempo para hacer las cosas bien. Es que de repente te ves viendo a tu mejor amigo, tres días seguidos entre semana cuando estás trabajando! Lástima que no esté con vida. Al final, el truco para volver a verse con los amigos de seguido es que otro del grupo se muera. Y os tiene que caer igual de bien a los dos para hacer match todos esos días porque al final, hay amigos por los que solo harías un sube-baja. 

Dicho esto, voy a hacer una lista de días que no me gustaría morir por nada del mundo. De hecho, los dejo escrito por si tengo la mala suerte de morir alguno de estos días  modifiquen la fecha de mi defunción.

31 de agosto. No quiero morir el día de mi cumpleaños, da mala suerte. 

8 de octubre. El cumpleaños de mi pareja, pero si ya no estoy con ella, pues me podría morir ese día tranquilo. Pero entonces, no me querría morir el día del cumpleaños de mi actual pareja o parejas, eso nunca se sabe. Y tampoco de los hijos (si los tengo)

24 de diciembre. No quiero destrozarle las navidades a mis hijos (insisto, si los tengo), ni quitarle protagonismo a Jesús. Además, creo que Dios no debería trabajar el día del cumpleaños de su hijo. Ni Dios ni cualquier padre. 

23 de abril. Es el día más bonito de Catalunya. Además, no quiero que mi tumba acabe llena de rosas descartadas. 

Días que no me importaría morirme:

14 de febrero. Por la risa. 

29 de febrero. Me hace gracia eso de que sea bisiesto. Es un poco la movida esa de Piratas del Caribe, de tocar tierra cada no sé cuántos años. 

31 de diciembre. Acabar el año, acaba mi vida. Limpio. Muy virgo. 

Por gustar, me gustaría morirme el día que ya se hubiera muerto alguien importante para mi pareja o mis hijos (recalco, si los tuviera o tuviese), así se ahorran el llanto. Lloradita dos por uno. De hecho, creo que las familias no deberían comprar un panteón para que los entierren a todos, sino un día para morirse. Mi tatarabuelo se murió un 16 de marzo, mi abuelo otro 16 de marzo, mi padre 16 de marzo y por ende, yo 16 de marzo. 16 de marzo día mundial de la naturaleza y de los Díaz Garduño. La verdad que es una idea buenísima. Ojalá hacerla realidad antes de morirme.

Pero si me das a elegir, si yo ahora mismo tengo que escribir en un sobre, el día en el que me gustaría morirme, te lo digo claro. No me tiembla la mano. Ni el pulso. Ni el codo. El 21 de septiembre de 2081, que cae en domingo. No hay mejor día para morirse que un domingo. Un domingo es muy de muerte. Un domingo de final de verano. Que hace calor pero no mucho. Que si mis hijos (en el caso hipotético que los tuviera) se lo montan bien, tienen esa semana de fiesta y les sobran días para visitar Milán el fin de semana. Recomiendan mucho visitar Milán por esas fechas, casi más que morirse, porque con un poco de suerte te pilla la Fashion Week y puedes aprovechar el traje del entierro. Es un win-win o como dicen en Milán: “vantaggioso per tutti”

El 21 de septiembre del 2081 tendré 79 años, un piso en propiedad y, quizás, hijos. Ya se verá. 

Alexis Deiz
Alexis Deiz
Alexis Diaz o Deiz (Según el día) A+. Virgo. 99,5kg. Escucho a Romeo Santos más de lo que me gustaría reconocer. Soy el bueno de @ajajojejo y el guapo de @guayraroguapo

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