El día en que el ladrón de ascensores decidió retirarse

Era una mañana tranquila, pero rápidamente se volvió terrible. Jefe, dijo el agente López, el ladrón de ascensores ha vuelto a actuar. Luís respiró hondo e hizo la pregunta que tocaba. ¿Dónde? 

El ladrón de Ascensores actuaba siempre el tercer día del mes. Sin excepción, desde hacía seis meses. Nadie sabía cómo lo hacía, pero a estas alturas ya todos sabían que ocurriría. Algunos bloques de viviendas hacían guardia. Otros pusieron cámaras. Nada paraba al criminal. Apagaba cámaras, distraía vigilantes… y los ascensores seguían desapareciendo.

Pese a una corta carrera como criminal, los daños causados aupaban al ladrón de ascensores a la cima de los más buscados. Tenía sentido, nadie quiere usar escaleras teniendo la infraestructura para un ascensor, pero, sobre todo, resulta que no es fácil poner un ascensor en un hueco de ascensor. ¿Has visto alguna vez como lo hacen? ¿Se monta como un lego o viene ya montado de fábrica? ¿Lo meten de frente o por arriba? Nadie sabe esas cosas, pero seguro que no es barato reemplazarlo.

Tras el primer robo, el misterio apareció en las noticias como una anécdota. El segundo sembró la semilla de lo que pasó a ser una serie de actos delictivos y no una simple incidencia. El tercer hurto marcó un punto de inflexión: todos entendieron que esto podía seguir ocurriendo cada tercer día de mes. El cuarto robo fue agridulce: mientras ciertos vecinos empezaban a vigilar sus edificios, en una nave industrial a las afueras el ascensor se desvaneció. El quinto ascensor fue el que más aumentó la paranoia, ya que pese a que los vecinos pusieron una cámara de seguridad, la conexión eléctrica falló entre la una y las tres de la mañana, coincidiendo con la desaparición del ascensor. La sexta noche, los vecinos de Jacintos 23 se asentaron alrededor del ascensor. Cuando vieron, pasadas las diez, un espectáculo de fuegos artificiales al fondo de la calle, quedaron perplejos, y distraídos, ante tanta luz y tanta explosión. Treinta minutos de color y ruido que solaparon con la desaparición de su ascensor. Anoche, todo el cuerpo de policía patrulló las calles, pero nadie, ni los agentes ni los ciudadanos, vio nada sospechoso.

Sígame, dijo López.

Dejaron el despacho. Luís cogió su abrigo y las llaves del coche y siguió al agente. El agente vio aquello y dijo uh, no vas a necesitar eso. Luis respondió ¿Las llaves?

No, el abrigo.

Llegaron tras dicha conversación al ascensor. El comisario entendió que al pulsar el botón no habría ascensor. Pulsó el botón, a sabiendas de lo desgraciado que se iba a sentir en unos instantes. No ocurrió. Para su sorpresa, el ascensor hizo su ruido de apertura y el comisario vio su reflejo en el espejo. Por un instante sintió alivio. Alivio y cabreo, por lo confuso de la explicación del agente López. Unos instantes más tarde, cambió el alivio por frustración. 

El ascensor de la comisaría no tenía espejo. Nunca lo tuvo. Este ascensor encajaba con la descripción del ascensor robado hace un mes en la calle Jacintos 23. Un horrible ascensor pintado de verde, con una barandilla innecesariamente revestida de cuero verde y un espejo demasiado cóncavo, que reflejaba una figura mucho más esbelta de lo que la realidad mostraba. No entendía muy bien lo que sucedía, así que pulsó el botón para ir al nivel de entrada.

No va a servir de nada, dijo López.

El ladrón de ascensores, en el que fue su último acto de desafío a la ley, colocó cada uno de los ascensores robados en uno de los pisos de la comisaría. Ordenados cronológicamente por planta. Siete plantas, siete ascensores.

A día de hoy nadie sabe cómo lo hizo. La policía cerró el caso años ha. Nadie jamás lo sabrá, quizás. Y el misterio consumirá al comisario Luís desde dentro. Eso, por tirarse a mi mujer.

Ignacio Cuevas Zuviría
Ignacio Cuevas Zuviría
Ignacio Cuevas Zuviría. Nacido en Madrid en 1995. Estudiante de doctorado en la Universidad de Uppsala, Suecia. Aficionado a la improvisación teatral, la música, y el stand-up. Mi referente en comedia es Garth Marenghi: escritor y visionario.

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