El curioso caso de Paco Merlo y la película de su vida

¿Os imagináis que el personaje de una película naciera por error en el mundo real?

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EL CURIOSO CASO DE PACO MERLO
Y LA PELÍCULA DE SU VIDA

Antes de nacer un ente superior decide dónde lo haremos: en la Tierra, en una película, en un videojuego o en un catálogo de Ikea. Esos seres utilizan una herramienta mágica ancestral creada por Dioses pero a veces se equivocan, seguramente porque les sale publicidad, se mueve todo y pulsan donde no es.

James Dean Bulen (o como consta en el DNI, Paco Merlo) tenía que nacer en Nueva York, en la escena 23 de una película americana. Pero por un error nació en el mundo real, en Madrid, en plena temporada de recolecta de anchoas. Nada más asomarse al mundo vio que algo no iba bien…

Debo aclarar que TODO LO QUE OS CONTARÉ ESTÁ BASADO EN HECHOS REALES.

Más o menos.

A ver, tampoco hay que ponerse quisquillosos… Igual alguna cosa no es real…

Alguna, la mitad, no lo sé, no he hecho una lista.

A mí Paco me lo contó así. Tampoco voy a comprobar mis fuentes, no soy ni periodista ni fontanero.

Ésta es su historia tal y como me la contó.

INT. HOSPITAL – NOCHE

Yo esperaba nacer tras tres empujones pero mi madre tardó 8h en dar a luz. Y encima sin una voz en off que amenizara el retraso, como en los aeropuertos. Años más tarde descubrí que no tener voz en off es fantástico cuando mi mujer me pregunta en qué estoy pensando.

A lo que iba. Que lo normal hubiese sido nacer tras 3 empujones y un grito. Y haber salido guapo, seco y limpio sin cosas viscosas, para que mi padre me abrazara en vez de preguntar al médico si tenían «mangueras de esas como en las pescaderías» para limpiarme antes de cogerme.

A la placenta ya la conocía anteriormente de un casting. Se presentó a Alien para la escena en la que sale el bicho del huevo, pero la descartaron porque sobreactuaba. La vi sólo un momento porque se la llevaron enseguida por no se qué movidas con una tal Evaluna que no había desayunado aún.

Mi nombre lo decidió el médico mientras mi padre vomitaba. Me dijo que tenía cara de Paco. Yo le dije que no, que era James, y el tío al oírme se asustó y me lanzó nervioso a mi madre. Eran mis primeras palabras y tenía la voz aún ronca, supongo que eso le impresionó un poco más.

Mi madre estaba sin maquillar ni peinar y para mi gusto sobreactuaba más que la placenta. Era guapa pero tanto empujar había hecho mella. En dos muelas sobre todo. El pelo era bonito. Tenía reflejos. Ella, digo, no el pelo, porque me cogió al vuelo cuando me lanzó el médico.

Mi nacimiento no resultó como esperaba pero cuando salí del hospital la decepción fue aún mayor…

EXT. PUENTE SOBRE UNA PRECIOSA CIUDAD – DÍA

Yo tenía en mente cruzar un puente en el coche con una canción de los 80 sonando de fondo y, tras un agradable a la par que emocionante trayecto, llegar a una casa adosada en taxi donde un perro correría a recibirme al porche.

Pero no.

EXT. CALLE COCHAMBROSA SOBRE UNA MUGRIENTA CIUDAD – DÍA (CREO)

Mi padre era muy tacaño y a pesar de los 9€ que le dió Evaluna por la placenta se fue en metro. Yo me subí con mi madre y un repartidor a una motocicleta de Just Eat. Por una propina llegó a un acuerdo con él y me llevaron dentro del compartimento, encima de las cajas de pizzas.

– ¿Y qué sonaba cuando llegaste por primera vez a casa?

– Las 4 estaciones.

– ¿De Vivaldi?

– No, de Domino’s Pizza. En los baches sonaba especialmente fuerte.

Llegué a casa y vino un perro, eso sí. Para lamerme la mozzarella.

– Señora, su bebé tiene la viruela del mono.

– Son aceitunas.

La casa no era como yo esperaba. Era un piso pequeño de dos habitaciones. No tenía escaleras para deslizarme por la barandilla, ni una ventana sobre una enredadera por la que bajar para ir a las fiestas de las chicas populares, ni un triste sótano donde esconderme de un asesino.

– Mira hijo, ésto que ves es nuestro salón – me dijo mi padre.

– ¿Y no hay chimenea para que baje Papá Noel? – le pregunté.

– ¡¡¡AAAAAAAAH!!!! – exclamó.

Otro que no se esperaba que hablara. La mayoría de niños descubren lo de Papá Noel porque se lo dicen sus amigos del colegio. A mí me lo dijo un exorcista.

Descubrí a los pocos días que era mejor no hablar más hasta pasados un par de años. Mis padres se acostumbraron pero cuando en Navidad me puse a cantar «All I want for Christmas» con 3 meses mis tíos casi se atragantan con el pavo. Mi abuela quiso llevarme a Got Talent, eso sí.

Los primeros años se me hicieron muy largos. Cada mañana esperaba encontrarme en el espejo con un «7 AÑOS DESPUÉS…» pero nunca salió. Es frustrante que todos los días duren 24h. Miraba el atardecer y el sol estaba ahí quieto, en lugar de bajar rápido para que saliese la luna.

A los 4 años ya pude ir al colegio y mucho tiempo después al instituto.

No sé cómo la gente puede vivir sin saltos de tiempo. La primera vez que vi en la TV «Volvemos en 7 minutos» casi me muero. Pero es mejor que vivir en el bucle temporal en el que viven los de los anuncios.

Tengo amigos que han ido a parar allí y es de locos. Kevin está todo el día tosiendo, a Sara le duele el cuello de moverse despacio en su anuncio de tinte para el pelo y Marta vive con el bajón de no conocer aún, tras 10 años, al hombre que le hace sonreír más que su dentista.

John tiene que reírse cada vez con el mismo chiste de Arguiñano, Lisa se pasa el día engordando y adelgazando usando zapatos con muelles, y a Susi la tienen siempre drogada para su anuncio de colonias. El que vive con un rey es Hugo, que cada día pide 6.000€ a Cofidis.

En fin, que pese a la espera en tiempo real, de lo mío no me podía quejar.

INT. INSTITUTO PÚBLICO DEL BARRIO – DÍA

El insti era un lugar peculiar, sin arco detector de metales en la entrada ni ametralladoras en las taquillas. Y la gente cuando llega no camina despacio con música molona de fondo. Muy raro todo. Me costó mucho encontrar mi lugar.

Pregunté dónde estaban las chicas populares y me dijeron que en Instagram. Pregunté por el grupo de ajedrez y me dijeron que qué tipo de música tocan. Pregunté por el grupo de debates y me dijeron «debates de qué, a que te meto con el bate, payaso». Opté por no preguntar más.

Los trabajos manuales eran lo que peor llevaba. En mi ADN sólo constaba el saber hacer la maqueta de un volcán con lava. Así que lo construí 27 veces camuflado de diferentes formas: fondue de tomate, lanzadera espacial, difusor de jabón rojo, … Todo eran volcanes camuflados.

El que menos se entendió fue el trabajo de sexualidad. El señor García se acercó demasiado y no se esperaba que mi réplica de un pene entrara en erupción. A día de hoy ya ve por el ojo izquierdo con normalidad. Mis compañeros titularon ese trabajo como: «Sigue que yo te aviso».

Al cumplir los 17 me gradué. Y llegó el momento más esperado: ¡EL BAILE DE FINAL DE CURSO!

INT. SALA DE FIESTAS DEL INSTITUTO – NOCHE

Mi padre ahorró y me regaló la moto de Just Eat. Bueno, en realidad me dijo que era para trabajar para ellos porque tenía que pagarme la carrera. Así que llegué con ella al baile.

No tenía pareja porque mi réplica del pene asustó a las chicas, pero entré con la intención de hacer realidad mi sueño: ligar con una animadora. Como no había equipo de rugby lo más parecido era una chica que quería estudiar animación por ordenador, pero ya me pareció bien.

Cuando llegué empezó a sonar la música. Lo primero que me sorprendió es que no había una coreografía conjunta. En los bailes de fin de curso todo el mundo baila sincronizado, eso es así. Con globos cayendo del techo y gente poniendo whisky a escondidas en el ponche.

Vacié mi petaca en lo que parecía un bol de ponche. Aquí en España lo llamáis gazpacho. La señorita Luisa, que se jubilaba ese año, lo encontró un poco fuerte de sabor pero no paraba de beber. Se la llevaron cuando le lanzó el sujetador al DJ y le gritó: «¡Baja y pínchame a mí, jovenzuelo!».

Cuando vi a Jenny, la animadora, me acerqué e intenté seducirla siendo atento.

– ¿Quieres que vaya a la barra y te traiga algo? Tomaré lo mismo que tú.

– Vale.

– ¿Qué quieres?

– 1 kilo de jamón.

Jenny era de buen comer. Fui a buscar 2 kilos de jamón para los dos.

– ¡Y paaaaan!

Y pan.

No me fiaba del camarero con el cuchillo jamonero porque no dejaba de beber gazpacho, así que se lo cogí cuando se desplomó en el suelo y me puse a cortarlo yo mismo. Tenía casi los 2 kilos cuando en la mesa de al lado, donde exponían los trabajos de ciencias, se activó mi volcán.

Del susto me pegué un tajo en el dedo índice pero aguanté como un campeón. Algo parecido le pasó a Carrie en su biopic y no veas la que lio la chavala llena de sangre.

Fui para allá  a buscar a Jenny con el jamón pero entonces sonó el «Follow the leader» y decidieron, ahora sí, bailar todos sincronizados.

Me uní al baile y aproveché la compleja pero funcional coreografía para irme acercando a ella.

– Follow the leader, leader, leader, follow the leader… ¡Sígueme!

Cada vez que agitaba el dedo salpicaba de sangre al de delante. Acabé manchando la ropa de todo el insti. Dicen, eso sí, que por ahí estaba el futuro dueño de Desigual y eso le inspiró.

Cuando llegué hasta la animadora estaba pálido y con el dedo como un pimiento. Era una mezcla entre Voldemort y E.T. Y allí mismo tuve el primer salto en el tiempo de mi vida.

INT. HOSPITAL – NOCHE

Desperté en el hospital. Yo tenía que hacer nacido en una película, sí, vale, ¡pero no en una comedia!

Podría decir que todo esto fue lo más extraño que me ha pasado en la vida. Pero no… Mis primeros años fueron los más normales. Tras la universidad y empezar mi vida como adulto la cosa fue a peor. No estaba preparado para lo que vendría después. ¡Pero eso ya es otra historia!

Lego Llorchs
Lego Llorchs
Nací en Twitter, crecí en Rata Chillona, me reproduzco en Spotify y muero por una cerveza.

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