La cartapoema que te escribí en el trabajo para dejar de escribirte poemas en el trabajo, en la parada del bus o en el váter

Si no fuera reacia a interpretaciones tuyas, maquetaría y encuadernaría todo esto y te ofrecería el opúsculo para que tus manos

[perdona, una chica se acaba de tropezar por la escalera y he tenido que correr a ver si estaba bien. No la he alcanzado, se ha levantado y marchado sin mirar atrás. El colágeno, supongo. Iba diciendo,]

y tus ojos y tu piel lo explorasen.

[Sigo afectada por su caída. Infiero que está bien, pero, qué susto, joder. Por qué se ha ido como si estuviera poseída por alguien de Madrid estando en una ciudad de provincias, pudiendo haberse esperado a que yo me acercara y pudiendo ella haber soltado algún chascarrillo para hacerme sentir mejor por presenciar su caída. Como cuando casi se cae un señor de 84 años, niño de la posguerra, y aseveró que «este tropiezo es bueno porque significa que todavía tengo reflejos»]

Pero te lo ofrecería cuando esto ya estuviera frío, cuando fuera una memoria cualquiera de un año donde he sido emocionalmente negligente pero me ha fascinado nuestra química.

[No sé cómo decir química de una manera metafórica que no pierda vigencia]

No hay nada más sensual que algo que puedes sentir con el cuerpo, de manera figurada y literal. Que puedes realizar con el cuerpo. Sin papel y tinta, esto se queda hueco.
Espero que seas feliz. Espero serlo también.
Espero que no enloquezcamos con nuestras quimeras. Te deseo que tus naufragios no sean apocalípticos.
Te deseo paz y también me la deseo a mí.Estoy agradecida por no sacar de este intercambio traumas sino choques que me ayudan a verme.Deseo que halles el amor, el placer y la oportunidad. Que las demás personas con quienes haya una fascinación mutua o unilateral sientan agradecimiento también.

Espero sanar y [Aquí llegó una compañera de trabajo al cambio de turno, cerré apresuradamente el borrador y me fui a casa a comer].