¿Y si el mito de Sísifo no fuera del todo real? ¿Y si todo lo que pasa en ese mito fuera inventado o con grandes baches de veracidad? ¿Y vamos un poquito más allá… Y si la tortura de Sísifo no fuera peor que trabajar una jornada completa fines de semanas incluídos?
Estas son algunas de las cuestiones que la estudiosa en mitología y filosofía griega, Ross Berlungo, actualmente sin universidad, plantea en el libro “La paciencia de Sísifo” publicado por la editorial Puentes con resistencia a los temblores.
Berlungo basa su estudio en un documento griego antiguo encontrado recientemente. En verdad no es un texto, también es una piedra. Esta piedra inscrita sin autor conocido, “un griego, seguramente”, dice Berlungo, nos desenmascara (del griego πέος) todas las falacias y lagunas históricas de este mito que parece, y mucho nos tememos, no es del todo real. Vamos a la raíz (del griego ποντικός) del texto para poner en orden el tema. Pero antes…
¿Quién era Sísifo?
Cuando hablamos de Sísifo, hablamos del fundador y rey d’Efira, ciudad de Peloponeso con vistas al mar. Él fue uno de los promotores de la navegación y el comercio en la zona. Algunos textos de la época hablan de él como “un avaricioso y mentiroso” atributos ligados al comercio desde sus orígenes. Era habitual el uso del asesinato en sus prácticas comerciales: los comienzos del marketing moderno, según algunos especialistas.
Además de engañar a los humanos, también quiso engañar a la muerte, Tánatos. Primero le puso unos grilletes y después le regateo los sacrificios. Comerciante hasta la sepultura. Eso le llevó al infierno en primera clase. Allí le impusieron el castigo: empujar una enorme piedra pendiente arriba por una vertiente agreste de la montaña. Al llegar arriba, la piedra rodaba nuevamente hacia abajo y tenía que volver a comenzar. Y así, toda la eternidad. Esto nos demuestra la crueldad y la originalidad, a partes iguales, de los dioses griegos poniendo castigos.
Pero vamos con las preguntas que se plantean a partir del texto recuperado de Berlungo.
¿Puede una montaña ser tan agreste?
El texto griego dice que no. Berlungo, también. De hecho, la estudiosa visitó más de doscientos montes, pedrusco en mano, buscando la posible ubicación de ese monte. Tras muchos kilómetros, fracturas de mano y varios esguinces, confesó: “Esta pendiente no es de este mundo”. Es decir, el primer motivo para desconfiar del mito.
¿Y Sísifo, cuando comía?
El mito no para atención a hábitos primordiales para el sustento de la existencia: ni se come ni se caga. “Si fuera un castigo temporal, te lo compro, pero siendo para toda la eternidad, algún momento de descanso le tienes que dar”, afirma Berlungo. Eso demuestra que el mito nos está mintiendo y que Sísifo seguramente tenía su hora, hora y media, para pegar un bocado entre subida de piedra y subida de piedra.
Este hecho suaviza considerablemente el castigo y rebaja exponencialmente el sufrimiento. “Sospecho que el castigo llegó a ser de ocho horas al día, pero eso nunca lo sabremos”. Vamos deshinchando el mito.
¿Y la piedra, cuanto pesaba?
Este es otro gran tema que rodea a este mito: según el texto encontrado y algunos estudios de peso, pendiente, gravedad y roces, realizados por Berlungo, la conclusión es clara: la piedra tenía que pesar un huevo y medio. “Un peso que no lo mueve ni Dios!”, concluye Berlungo. Los agujeros son cada vez más claros; este mito se hunde.
¿És verdad que Sísifo tenía un hermano gemelo a quien engañó para turnarse y hacer de la dura tortura algo más llevadero?
No. No es verdad. Era él todo el rato. Nadie ha planteado nunca este escenario. Es decir, esta es una pregunta que no ayuda en nada. Una tontería. No sé porqué está aquí.
¡Cuidado, excursionistas!
Berlungo, en su epílogo final, hace un aviso a todo el mundo senderista; como no se ha sacado el agua clara en el asunto de la montaña, ¡mucho ojo en todas las montañas del mundo! ¡Un pedrusco anda suelto!
Conclusiones:
Después de todo el estudio una cosa queda clara; a veces los mitos no nos dicen toda la verdad. Si, es una afirmación contundente pero necesaria. Apostamos que el mito se reduce a un Sísifo minero a jornada completa y un poco patoso. Esa es nuestra verdad.
La próxima semana seguiremos desmontando mitos: ¿cómo te pueden dar ganas de jugar a los títeres en una caverna oscura y húmeda, Platón?