Como algunos sabréis, si no todos la mayoría, el pasado 14 de Abril se cumplieron 47 años, 3 meses y dos días de la triste fecha en que a María Teresa Campos se le quemaron unas lentejas. Por tal motivo hemos querido recordar hoy una parte de la vida de Sir Arthur Conan Doyle.
Sir Arthur Conan Doyle fue y es famoso por su literatura y no tanto por sus ataques de estornudos, más de cinco sufrió a lo largo de su vida, tres de ellos documentados, quedaron en sus escritos, vamos que estornudó encima de las hojas mientras escribía.
Gran aficionado al boxeo, nunca se ponía camisa ni camiseta, para lucir pectorales, de ahí le viene lo de Conan… Conan Doyle…
Arthur Ignatius que era su nombre completo o Juan José, como le gustaba llamarlo su nuero, estudió medicina en la universidad de Edimburgo. Incluso se enroló en un ballenero como cirujano por el Ártico, pero terminó hartico y valga la redundancia.
Pocos saben que Conan Doyle pudo haber sido el inventor del teléfono, lo que pasa es que no se le ocurrió. Y que ya estaba inventado cuando nació.
Feo era feísimo y vestía fatal, su mujer le decía que tenía muy mal gusto, así como agridulce…rancio. Y pesado….pesadísimo. Como te tocara en un viaje sentarte a su lado…..te bajabas de la diligencia en marcha.
No podía escuchar la música que le gustaba ya que tenía unos gustos musicales muy raros para su época, le gustaban mucho Los sabandeños, pero como no existían aún, no podía escucharlos.
Como la mayoría de los escritores que tienen manías Arthur era muy maníatico. Recordaremos hoy algunas de las más destacadas.
Desayunaba todos los días a las dos de la tarde , normalmente legumbres o carne asada, o pasta carbonara…siempre tenía hambre cuando iba a desayunar porque desde que cenaba no había comido nada. Arthur solía cenar a las ocho de la mañana un café con leche y una tostada.
Le gustaba llamar a las cosas por su nombre, lo cual dificultaba mucho el comprenderlo. “Tráeme el Arthur que está encima del Arthur”, “Tenemos que comprar Arthur para el Arthur, que no queda”…
Cuando no estaba presente no podía mantener relaciones sexuales. Rafaella Carrá le dedicaría por esto su canción: “Para hacer bien el amor hay que venir, Arthur”
Usaba para escribir las plumas de su edredón, pero sin sacarlas del mismo, mojaba el edredón en el tintero y así escribía, de ahí ese aire nórdico y cálido de su literatura.
Era incapaz de ver la televisión sentado, ni de pie ya que no se inventó hasta diez años después de su muerte.
Siempre llevaba su reloj de bolsillo adelantado doce horas.
Durante toda su vida siempre apostó por el mismo caballo, tampoco cambió nunca de camello. Con las drogas era muy fiel.
Durante un periodo de su vida sólo comió vegetales. El 6 de marzo de 1902 de las 12:04 a las 12:05,cuando su coche de caballos se precipitó sobre un campo de cebada y salió despedido del carruaje.
Ni una sola vez en su vida dijo “gracias”, ya que no hablaba español.
Otro día os cuento más cosas de la interesante vida de Sir Arthur Conan Doyle. Continuará…
Que puta maravilla!
Muchísimas gracias.
Buenísimo!
Así da gusto enviar cosas.
Brutal!!!
Me alegra que te guste.
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