Amado jefe;
en el lugar que va antes del segundo, tengo que establecer perdón por las eventuales extrañezas que pueda encontrar en este e-correo. Me temo que tengo un problema que hace esta tarea extremadamente compleja.
Verá usted, sé que soy nuevo en esta empresa y que la queja es algo que un novato debe ejecutar con cautela. No deseo dar mala estampa y parecer un pesado que nunca está conforme, que busca excusas para no hacer su trabajo de forma adecuada. Sé que un trabajador debe resolver los problemas que se le planteen en su noche a noche, que eso es, acertadamente, uno de los más destacables valores de un empleado, tomar la delantera y desfacer los entuertos, empero, jefe, me temo que no soy capaz de superar este problema, que ya me posee loco. Créame que lo he procurado, de 1000 formas, pero no hay manera, no hay arreglo que se pueda. Dos jornadas llevo de este modo, con este problema, y el trabajo se me acumula de tal forma que no cesa. No puedo avanzar y temo que de progresar de un modo como este en el que estoy marchando, es probable que usted me “exprese chao” de esta empresa por una cosa que no es culpa de la persona que aparece en el campo “De:” de este e-correo.
Como le comento, no hay persona más desolada que yo por tener que mandarle esta demanda, de nuevo, pongo perdón en el papel —o en la pantalla—, pero esto es ya no-aguantable.
Jefe, el problema: al teclado que me han dado le falta una vocal.
Un saludo y gracas.