Roy y Johnny son dos vitaminas C que cumplen condena en una naranja. Johnny sabe que va a pasar ahí el resto de su vida, pero Roy no lo acepta y quiere huir, aunque cada día que pasa tiene menos esperanzas.
Un día, una humana parte la naranja para hacer zumo.
– Es nuestra oportunidad de salir de aquí –dice Roy.
– ¿QUÉ DICES? –grita Johnny encima del ruido del exprimidor.
– QUE SALGAMOS DE AQUÍ.
– NO TE OIGO.
Un terremoto atronador hace que giren y giren hasta que los separa.
– Johnny. ¿Dónde estás?
Johnny se ha perdido y está mareado, se agacha y vomita un poco de ácido ascórbico.
– Mierda. ¿Dónde estás, Johnny? Tenemos que huir o acabaremos en el estómago de un puto humano.
De repente, el exprimidor se inclina y Roy sale por el único agujero por donde entra luz. Va directo a un vaso de vidrio. Todo va muy rápido, pero a Roy le parece que ocurre a cámara lenta. Mientras cae, lee el texto que hay en la base del recipiente.
– ¿Qué coño es Ikea?
Una ola gigantesca se lo traga y lo sacude arriba y abajo varias veces. Su instinto lo empuja hacia arriba hasta que saca la cabeza sobre la superficie y toma aire con desesperación.
– ¿Pero qué coño está pasando? –dice Roy después de escupir zumo de naranja.
– ¡Roy, Roy! Estoy aquí.
– Johnny. ¡Estás vivo, cabrón! –grita Roy mientras abraza a su compañero.
La alegría no dura mucho. De repente, un tubo de plástico blanco con rayas rojas está a punto de aplastarlos.
– Venga, hombre. ¿Y qué más? –dice Johnny agobiado– Creo que prefería quedarme en la naranja.
– ¿No te das cuenta? Es nuestra salida. ¡Sube!
Las vitaminas suben como pueden por el tubo de plástico. La pendiente es grande y están agotadas. Cuando están a punto de alcanzar el borde del vaso, escuchan la voz de una humana:
– Peeetraaa. Te he hecho un zumo de naranjaaa.
Y todo se tambalea de nuevo.
– ¡Salta, Johnny!
Las vitaminas saltan y llegan de milagro al borde del vaso.
– Toma, cariño –dice la humana.
Un fuerte golpe hace perder el equilibrio a las vitaminas. Mientras caen, Roy agarra el brazo de Johnny con una mano y con la otra se aferra al borde del vaso. Roy hace un gran esfuerzo para mantener su peso y el de Johnny, pero se le acaban las fuerzas.
– Roy, suéltame o caeremos los dos.
– Eso nunca. De esta salimos juntos.
– Prométeme que lo conseguirás. Hazlo por mí.
–No, Johnny. ¿Qué haces?
Johnny se deshace de Roy y cae al vacío mientras lo mira fijamente y sonríe.
– ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
Las lágrimas nublan la vista de Roy, que se siente impotente. Por un momento le pasa por la cabeza también soltarse.
– No. Johnny quería que me salvara.
De repente, la humana vuelve a hablar:
– ¿Cómo que no te gusta el zumo? Pero si te lo has tomado muchas veces.
Roy se aferra con ambas manos al borde del vaso y nota más movimientos bruscos. Cuando el vaso aterriza junto al exprimidor, Roy se pone de pie.
– Ahora o nunca. Johnny, va por ti.
Justo cuando iba a saltar, la humana pone un platito encima del vaso, bloqueando la única salida. Después, Roy nota más movimiento que termina con un ruido seco. Está oscuro y hace frío.
– Mierda, me han enviado a Siberia.