Trabajar en un hotel por horas no dista mucho de trabajar en un escape room. La única diferencia es que al salir no te haces una foto para subir a redes sociales, con un atrezzo rarísimo, para recordar el día en el que le fuiste infiel a tu pareja con tu compañero de trabajo. La infidelidad no suele tener muchos likes en Instagram.
Pero, de verdad, es un trabajo muy parecido. Yo te doy unas instrucciones al llegar, tu las sigues al pie de la letra y sales en el tiempo acordado, si no, te paso a buscar. Normalmente, la gente suele salir antes de tiempo. Normalmente, la gente piensa que va a follar más de lo que acaba follando. Es como volver a la adolescencia. Estoy seguro de que si se pudieran alquilar las habitaciones por minutos, nadie estaría más de media hora. ¿Quién se quedaría más de treinta minutos? Un psicópata con muchísimo tiempo libre. Si el polvo dura unos dieciséis aprox, ¿qué haces con el resto de tiempo libre? ¿Le preguntas por la familia?
La gente que pone los cuernos y no lo cuenta me da miedo. No sienten esa urgencia de mirar a su pareja a la cara y decir: “Lo siento. Te quiero, pero llevamos veintitrés años juntos. Solo necesitaba divertirme, estoy harto de ser un funcionario del amor.” Es que, de verdad, cuando tienes una hipoteca, dos críos y alquilas cada verano el mismo apartamento en La Manga, unos cuernos no son para tanto. Se han compartido muchas cosas en la vida, como para que compartir la polla de mi pareja con otra persona me duela, ¿sabes? Sin embargo, me sorprende mucho la capacidad de mentir bien. Yo no la tengo. El día que la estaban repartiendo yo estaba muy ocupado guardando cola en: “Metabolismo propenso a generar diabetes 2”. Gracias a esto no sé mentir bien ni generar insulina por mí mismo. O sea, sé mentir, lo he hecho, no soy gilipollas. Pero no lo hago bien y la mayoría de las veces me pillan, bien porque se me nota a la legua o porque cuela; pero al tiempo sale el tema, y como tengo tan mala cabeza, se me olvida y acabo metiendo la pata. Pero, sinceramente, prefiero meter la pata que meter la polla en el agujero de un desconocido.
A veces me pregunto cuándo una persona que conoces pasa a ser un conocido de verdad. Qué ha hecho esa persona para que dudes al nombrarla en una conversación ajena. Es más, ¿merece la pena nombrarla? Si lo haces es por algo, quizás no sea un simple conocido, así que te preguntas: ¿tú y yo, qué somos en esta escala social? Claramente, conocidos con derecho a una amistad.
En cambio, el paso de conocido a amigo es más claro: pasa cuando te olvidas de qué trabaja esa persona. Estoy convencido de que cuanto menos sabes del trabajo de alguien, más amigo es.
La fórmula terrible es cuando un amigo pasa a ser un conocido. Creo que cuando un amigo pasa a ser un conocido deseas no haberlo conocido. Qué pérdida de tiempo. La gente odia perder el tiempo, supongo que por eso ponen los cuernos e intenta salir lo antes posible de los escapes rooms
No sé mentir, ni generar insulina, pero sí identificar las parejas que no son parejas cuando llegan al hotel, aunque tampoco tiene mucho mérito, cualquier test de la Super Pop llegaría a la misma conclusión que yo. Además, casi nunca vienen parejas reales, la mayoría son conocidos con derecho a todo menos a una amistad, pero cuando vienen parejas de verdad, es gracioso porque intentan disimular que vienen para follar. No sé, todo el mundo sabe a qué venís, y con todo el mundo me refiero a mí y a la persona que pertoque del turno de limpieza, así que no somos tantos.
No conozco a nadie del servicio de limpieza del hotel, es decir, sé cómo se llaman pero jamás los nombraría en una conversa ajena como conocidos, directamente los obviaria de la historia. Aunque fueran los protagonistas. Da igual, no lo conoces. Tampoco conocía a nadie del servicio de limpieza en el escape room, cosas de externalizar el trabajo. Más precariedad laboral pero menos cenas de empresa. Si lo miras así está bien. Estoy seguro de que trabajar limpiando hoteles por horas es muy diferente a trabajar limpiando room escapes. Sobre todo porque aquí hay días que se tarda más de media hora en limpiarlo todo y allí lo hacían en dieciséis minutos. Aprox.
A.