El monólogo donde conté la historia de la profe que me zurró cuando tenía seis años

¡Y no era un Montessori!

Todos recordamos al profe que nos cambió la vida: El que te motivaba para estudiar, el confidente, o el que te creaba un trauma de por vida.

A mí con 6 años me tocó una profe brutal. Pero brutal de violenta.

No me violó, yo era su favorito, su favorito para torturar.

Ella aplicó a sus clases la defensa personal; violencia, poca defensa y mucha “personal”, porque solo me pegaba a mí.

Todo esto a pesar de no estar en un colegio Montessori;

Yo no lo entendía, porque ella reunía muchas de las virtudes para ser buena profe: Educación, simpatía y buen gancho.

Éramos 22 en clase, si nos hubiésemos coordinado y recibido una paliza cada día uno…

¿Una sola paliza cada 21 días? ¿Dónde hay que firmar?

Después de un curso así, puedo detectar a simple vista a una maltratadora. ¿Sabéis cómo se puede? ¡No se puede!

No es como cuando vas en el metro y reconoces al carterista entre todos los MENAS. Todos son carteristas.

Mis otros profesores eran buenos, vaya, para un niño maltratado, si tú no lo maltratas, ya te conviertes en un gran profesor.

Digo más, si lo maltratas y él no se da cuenta, sigues siendo un buen profesor. En eso se basan los colegios Montessori. ¿No?

De niño, yo era torpe, y tropezaba mucho, así que entre eso y las palizas, era como Chaplin, pero en vez de estar en blanco y negro, estaba morado de los hematomas.

En el colegio decían que no había pruebas del maltrato, por favor, si por la carga de trabajo que le di, empezó a sospechar hasta el Ratoncito Pérez.

Todo terminó cuando la profe pegó a una alumna ciega pensando que no la reconocería…, pero no esperó a que se fuera la profe de apoyo.

…De apoyo de la ciega, no es que hubiera una profe para apoyarse. (Acting con pie de micro) –Hola profe.

La hijaputa tuvo un juicio, negó todo, juró y re-juro que ella no había hecho daño a nadie… Yo estaba tan manipulado… ¡Que la creí!

Se declaraba inocente de todas las acusaciones ¡menos de la mía! La muy zorra se sentía orgullosa de mi maltrato.

Me la imagino en el juicio ya dándole igual ir a la cárcel:

-Señoría, puede encerrarme 30 años, pero nadie me quitará el gusto de haber pegado a este mierda niño.

Todo eso señalándome a mí para que no cupiera duda de que yo era su favorito.

Ahora está en un centro infernal rodeada de criminales… Un Montessori.

A veces pienso qué haría si la volviera a ver. (PAUSA) Creo que le daría las gracias por enseñarme a aguantar los golpes de la vida.

(En su caso, figurada y literalmente.)

Le diría; “Estas perdonada…” (Pausa) Nah que va, desenvainaría la regla de madera que llevo siempre encima.

Y le diría: -Hola. Me llamo Santiago Caballero. Tú mataste mi infancia. Prepárate a morir.

Pero seguro que la cabrona en la cárcel se habría puesto

cachas, me quitaría la regla y me la clavaría… en el ojete.

Pero yo lucharía con todo el honor que a ella le faltó al pegarle a niños inocentes… y a mí.

Porque reconozco que yo era un cabroncete, alguna paliza me merecía.

Y esta es la profe que cambió mi vida, otro día os cuento la que me creó el trauma.

Santiago Caballero Díaz
Santiago Caballero Díaz
Escribo teatro y lo unico que me gusta del ser humano es la risa. Que se mueran todos los hijos de puta, yo el primero.

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