No, no tengo Bizum. Y no entiendo el problema: voy a sacar dinero y te pago. ¿No sabrás dónde hay un cajero por aquí? Si lo prefieres, te hago una transferencia ahora mismo. Dame tu IBAN. ¿No te sabes el IBAN de memoria? Solo son 24 números. O seis números de cuatro dígitos, que es mucho más fácil de memorizar. Claro que me sé mi IBAN de memoria, ¿no te estoy diciendo que no tengo Bizum?
Además, ¿qué pasa si te quedas sin batería en el móvil? Te quedas sin Bizum. ¿Sabes qué no hace falta cargar? Este lingote de oro. Claro que llevo un lingote de oro en el bolsillo, ¿no te he dicho que no tengo Bizum? Ahora mismo la onza está a unos 1.850 euros y este lingote es de 50 onzas, poco más de kilo y medio. Te lo dejo por 92.500 euros y estamos en paz. ¿Qué me dices? Esto es oro. Toca, toca. Oro macizo.
El oro es la inversión más segura. ¿Sabes que si le haces un Bizum a alguien, luego no hay forma de cancelar la transferencia? Con el oro eso no pasa porque si te llevas mi lingote te pego dos tiros en la boca. No, no tengo pistola. Pero la compraría con este otro lingote de oro. Claro que llevo dos lingotes de oro encima, ¿no te estoy diciendo que no tengo Bizum?
Entonces, ¿qué? ¿Me compras el oro y estamos en paz? Te estoy dando opciones y tú estás obsesionado con el Bizum ese. Hay más formas de pagar, como el efectivo y las transferencias y el oro. Y tú todo el día con el móvil, como un adolescente coreano. ¿No tienes ahí la app del banco? Pues dame tu IBAN y deja de hacerle el juego a Carlos Torres Vila.
¿Que quién es Carlos Torres Vila? Pues el presidente del BBVA. Mira los mensajes que me ha dejado. Todos pidiéndome que me instale Bizum. Y tengo más en el buzón de voz. ¿Sabes por qué? Porque esto les duele. Soy una molestia para el capitalismo, un peligro para el sistema, un callo en el pie de los accionistas. Soy el nuevo Che Guevara. Por eso me han intentado matar.
Oye, ¿y plata? Claro que también tengo un lingote de plata, ¿no te estoy diciendo que no tengo Bizum? Si me das un momento miro a cuánto cotiza y… Sí, es verdad, me han intentado matar por no instalarme Bizum. Para ellos soy un terrorista. Yo prefiero el término revolucionario, claro, mucho más ajustado a mi posición ideológica, pero en fin.
Que sí, lo que te digo, un par de matones me metieron en una furgoneta, me llevaron a un descampado y uno de ellos me apuntó con la pistola. Me salvé porque les ofrecí el doble de lo que les habían pagado y aceptaron. Me dijeron: ¿Tienes Bizum? Y yo que noooo, pesados… Llevadme a un cajero. Pero el cajero no iba, así que les dije: ¿Tenéis cambio de un lingote de oro? Y no tenían, pero, claro, lo que sí tenían era una pistola y yo me quedé sin lingote. Por eso solo llevo dos encima, sin contar el de plata. Ah no, tres. Qué bueno, llevaba sin ponerme esta chaqueta desde marzo y no recordaba que había guardado otras 50 onzas de oro. Mira, esta es una de esas pequeñas alegrías cotidianas que Bizum no te dará. No te puedes dejar una transferencia de Bizum olvidada en el bolsillo de la chaqueta.
Si no te valen ni el oro ni la plata, ¿qué te parece este ladrillo de hachís? Claro que llevo un ladrillo de hachís encima, ¿no te estoy diciendo que no tengo Bizum? Técnicamente es ilegal, pero técnicamente también vale unos 500 euros, algo más si lo vendes bien. Te lo dejo por 470 y estamos en paz. ¿No? ¿450?
A ver qué más tengo por aquí. ¿Quieres una cabra? No, no llevo una cabra en la chaqueta, ¿cómo voy a meter una cabra en la chaqueta? ¿Tú eres tonto? Para eso traigo la tote bag. Pero necesitaré cambio. Calculo que siete gallinas o tres cerdos, lo que tengas más a mano.
¿Tampoco llevas animales encima? ¿Y el raro soy yo? ¿No tengo Bizum porque si es bueno para el banco no es bueno para mí, y el raro soy yo? ¿Me obligan a tener cuenta corriente, tarjeta de crédito, a domiciliar los recibos, a darle todo mi dinero a un banco que encima me cobra por darle mi dinero porque es absolutamente incapaz de ganar dinero con mi dinero y el raro soy yo porque no quiero ceder también con Bizum? ¿Mi renuncia a Bizum es el único “jódete” que me puedo permitir, porque no hay forma ya ni de respirar sin pagarle una comisión al banco por no hacer absolutamente nada, y el raro soy yo? ¿Digo que no a Bizum para poder seguir mirándome en el espejo cada mañana y decirme que hay una cosa, solo una, en la que no me he rendido, y el raro soy yo? ¿De verdad?
¿Y acaso no pagábamos antes en los restaurantes sin Bizum y no pasaba nada? ¿No sacábamos todos efectivo o la tarjeta y cada uno pagaba lo suyo?
¿Cómo que yo no? ¿Qué insinúas?
Eso ya te lo pagué.
¿Seguro?
Pues no sé, quédate con la cabra y estamos en paz.
A ver, yo creo que aún me debes un par de gallinas, pero bueno, ya invitas tú a las copas.
¿Lo ves? No es tan difícil vivir sin Bizum.
Brillante como siempre, Sr. Rubio.