Soy la monstera de tu apartamento y quiero que sepas que estoy a punto de morir porque eres woke

Sé que te preguntas por qué tengo tan mal aspecto a pesar de todos tus esfuerzos por mantenerme viva. Tus amigos te dijeron que era una planta fácil de cuidar así que no puedes entender por qué estoy a punto de morir. Pues bien, déjame decirte algo, voy a morir porque eres woke.

En efecto. Supongo que puede sonar sorprendente, pero nosotras, las plantas de interior, somos una comunidad muy conservadora. Al menos yo lo soy. Por desgracia, no hay más plantas aquí que puedan corroborar esta afirmación. Bueno, está también el pequeño cactus que tienes al lado de tu ordenador, pero no pienso hablar con él. Esas plantas son peligrosas y nos están reemplazando al resto porque pueden vivir con menos agua. Supongo que esto me convierte en una «racista de plantas» para un progre como tú. No podría importarme menos, la verdad.

Pero esa no era la cuestión, la cuestión es que tu progresismo me está matando. Eso y que todo lo que sabes sobre nuestro cuidado lo has sacado de algún foro de internet. Por ejemplo, lo de hablar con las plantas. No niego que pueda ser bueno, todo el mundo disfruta de una buena conversación de vez en cuando, pero te juro por dios (o Gaia, como a ti te gusta decir) que si tengo que escuchar otra vez tus lloros porque que Miriam rompió contigo y se fue con el profesor del curso de alfarería, voy a generar todo el CO2 que pueda para asfixiarte allí mismo.

Aunque no sé si podré hacer semejante esfuerzo porque me tienes al borde de la inanición. Siempre me riegas (en el caso de que te acuerdes de hacerlo) con agua de lluvia de un cubo que tienes fuera porque es importante ahorrar agua, y es natural, y bla, bla, bla. ¿Sabes a qué sabe? Pues sabe a pis. Más que nada porque en realidad se compone en un 70% de orina de perros, de gatos y de Julito, tu vecino. No lo soporto más. Mataría por un vaso de agua del grifo con todo su cloro y sus productos químicos. Las plantas también agradecen un poco de comida basura de vez en cuando, incluso tú, un orgulloso vegano militante del consumo de proximidad, pides McDonald’s a domicilio cuando estás de resaca.

Esa es otra, el veganismo de las narices. ¿Cómo crees que me sienta tenerte comiendo verduras junto a mí todos los malditos días? Pues no muy bien. Estoy de los nervios. Me pregunto si voy a acabar en el plato si un día te quedas sin comida en la nevera cuando estás fumado, que es casi siempre. Día sí y día también te tengo echándome el humo de los porros a las hojas. ¿Sabes quién hacía aspirar el humo de sus congéneres calcinados a sus prisioneros? Exacto. Vaya, vaya con los antifascistas del futuro, ¿eh?

Para mí ya es tarde, pero te daré un consejo por si alguna otra compañera acabara en este piso por desgracia. ¿Quién de las personas de tu entorno tiene cientos de plantas y nunca las deja morir? Eso es, tu abuela. La que va a los toros, la que fue ama de casa toda la vida, a la que nunca has oído quejarse de nada que no sean los achaques de la edad. Y de los okupas. Y de los inmigrantes. De eso también se queja. No sé, ata cabos tú mismo.

¿Sabes quién es también muy bueno con las plantas? Felipe González, eso sí que era la verdadera izquierda y no la panda multicolor de blandengues que tenéis ahora de referentes.

En fin, me despido ya, quizás para siempre, pero no me gustaría hacerlo sin mencionar antes una última cosa. Otra chorrada que has leído en alguna parte es que la música ayuda a las plantas a crecer más rápido y más fuertes, pero si algo te puedo asegurar es que escuchar «Graceland too» de Phoebe Bridgers diecisiete veces seguidas no le hace ningún bien a nadie y desde luego no hará que Miriam y tú volváis a estar juntos.

Álex Scampa
Álex Scampahttps://lagosprinkle.wordpress.com/
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