Conoce al poh’choklo

He viajado al corazón de la selva de Costa de Marfil para encontrarme con el animal que tiene fascinado al mundo científico. Por supuesto, hablo del poh’choklo. El primer día nos lo cruzamos en un claro, desprovisto por completo de la protección de la maleza. A escasos metros, un puma lo mira. Ahí está, el animal que nos tiene fascinados, sin reaccionar ante uno de los depredadores más letales del planeta. 

El poh’choklo mira curioso al puma con cinco de sus trece ojos y se mantiene firme sobre su única pata de siete rodillas y media. El puma lo mira igual que tú miras las sobras que llevan dos semanas en la nevera. El poh’choklo es el primer animal del mundo que no debe preocuparse de ser comido por el simple hecho de dar asco. Ningún depredador en su sano juicio se lo plantea. ¿Es acaso venenoso el poh’choklo? Lo fácil sería decir que no, pero tampoco se sabe, nadie se ha comido uno nunca. Con tal de no tener que probarlo la comunidad científica ha llegado a la conclusión unánime de darle el beneficio de la duda.

Observamos como el puma da vueltas alrededor del ave. Lleva semanas sin comer y sus crías están famélicas, pero ocurre que el poh’choklo da asquete. Es todo hueso, plumas, globos oculares y tejido cicatricial, además su piel huele a coliflor hervida. Ese día la madre naturaleza estaba insegura y no quiso dejarse nada nauseabundo en el tintero.

Por si fuese necesario aclararlo, el poh’choklo no puede volar. Para qué. De qué iba a querer huir esta abominación satánica. No vaya a ser que nos libremos durante un rato de su presencia en la tierra. Su reproducción es todo un misterio y preferimos que siga siendo así. El muy subnormal tampoco puede nadar y es mejor que no lo haga. Su existencia es un riesgo medioambiental, una vez mojó un dedo en un lago y sus peces mutaron hasta desarrollar su propio idioma. Come tierra. En definitiva, el poh’choklo es de estas cosas que son mejores cuando no existen, como la desigualdad salarial o la última temporada de Juego de Tronos. Si tuviera uno lo llamaría Cigarro. 

La conclusión de este humilde biólogo es que el poh’chocklo existe para que recuerdes que la madre naturaleza es cruel y que a veces le cuesta aceptar que ha hecho las cosas mal, supongo que por eso la llamamos madre.

Aria Shahryari
Aria Shahryari
Cómico de stand up. Escritor sin lectores. Andaluz-Iraní criado en Valencia. Una mezcla de raíces que ni el vertedero de un dentista.

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