Querido Fran;
Probablemente de no encontrar esta carta sobre la mesa ni te darías cuenta de mi marcha en mucho tiempo, pues exactamente hace 5 años, 4 meses, 21 días, 12 horas y 23 minutos que me dejaste en ahí tirado y nunca has vuelto a querer saber nada de mí.
En estos últimos años solo te has acordado de mí, para guardarme en una caja cuando vivíamos en la otra casa y sacarme a los pocos días en esta nueva donde me has traído y me has mezclado con quienes nunca, a juzgar por mi entorno, pensé que me mezclarías.
Ya sé que los best-seller a veces tenemos esto, pero de verdad, me empecé a sentir mal cuando me dejaste sin ni siquiera terminarme.
Durante la cantidad de días que me cogiste, me abriste, me oliste y me leías con detenimiento estuve muy contento, pensaba que esa cadencia tuya tan parsimoniosa para leer era fruto de tus ganas por memorizar mis pasajes, para fijarlos y poder comentarlos a posteriori en cualquier tertulia, pero desde que me dejaste poco a poco me fui dando cuenta de la realidad, te aburrí miserablemente…
Al principio me decía para consolarme que me retomarías, quizá en días que tu stress no te empujara a leer otro tipo de lecturas, quizá algún fin de semana lluvioso, o como último recurso en una playa mientras te achicharrabas al sol, pero no ha sido así, te aburrí miserablemente…
Fui un imbécil, pensando que aquellas tardes que pasamos juntos, te dormías feliz teniéndome en tus manos y forjabas tus sueños recreando mis pasajes, imaginando mis personajes y encontrándote con ellos en el más allá de la conciencia, pero no era así, te aburrí miserablemente…
Ha sido perturbador, decepcionante y humillante para mi ver como devorabas con pasión, otros títulos, que en las listas de mayores éxitos ni si quiera aparecían entre los 200 primeros, pero la gota que colmó el vaso, fue cuando me mezclaste en la estantería con esos cuadernuchos mal escritos, porque no tienen otro nombre y que a saber de dónde mierdas has sacado, de libros de comedia.
Por lo que he decidido marcharme, si marcharme para siempre a un lugar donde se valore la auténtica literatura, la que copa los puestos altos de las listas de éxitos.
No te diré que te deseo lo mejor, porque no lo deseo, ni tampoco que te vaya bien, porque no me importas, pero quiero que te quede bien claro que esto a mí, el cuadragésimo segundo mejor libro de la historia, no se me hace.
A mí si se me comienza a leer se me termina.
Ahí te quedas…
Atentamente: Tu ya ex-novela, “El viejo y el mar”.
P.D. Si te queda algo de dignidad, borra de tu álbum de fotos del viaje a Cuba, la foto que tienes con la estatua de Hemingway en el “Floridita” de la Habana.