Nuevas palabras que me gustaría proponer a la RAE de Finlandia

Hace poco me he enterado de que en el finés existe una palabra específica para el plan de quedarte en casa con el objetivo exclusivo de emborracharte a solas y en bragas. “Kalsarikänni”: una sola puta palabra para designar un plan que acabo de describir en castellano utilizando casi veinte (y haciendo un esfuerzo, porque soy argentina). La verdad es que no soy muy fan del frío ni del bacalao (tampoco me caen muy en gracia Santa Claus ni los modelos educativos progresistas que solo pueden permitirse los ricos) pero creo que esto sí es algo que envidiar de los finlandeses (quitando quizás lo de un obsceno PBI per cápita).

A ver, soy consciente que tenemos el privilegio de tener un idioma muy florido (doy la concesión de abarcar aquí a todos los hispanohablantes) pero siento envidia genuina en esta capacidad de generar palabras que funcionen del modo en que lo hacen esos símbolos raros de los idiomas del lejano oriente. Una sola palabra que pueda encerrar al mismo tiempo tantos conceptos: pulsión de muerte en un sofá ruinoso estando en bragas. Aprovechando entonces que en este caso los dichosos símbolos están compuestos por las mismas letras de las que casualmente dispongo en mi teclado, me interesa proponerle a esta gente nuevos términos. Si cabe alguna duda lo hago exclusivamente en un gesto altruista por enriquecerles el idioma o cuanto menos descubrirles la existencia de otras vocales.

Aclaración para los vargasllosistas finlandeses: los signos de insalubridad mental aquí descritos son más bien de una estupidez propia de países en los que existen el sol y las cuatro estaciones, por lo que no queda siempre en claro qué tipo de objetivos civilizados uno resigna en cada impulso (ni yo logro darme cuenta). Que no se lea esto por favor como un atentando a la pureza del idioma finés porque de ninguna manera el ánimo aquí es considerar al lenguaje como un organismo vivo que pueda llegar a dar cuenta de batallas que se libran en el plano de lo ideológico para que avancemos en temitas como los derechos humanos metiéndonos en berenjenales como el uso de pronombres. Jumala varjelkoon.

  • “Noquïeropasarlavïdasïnquelavïdapaseatravesdemï”: 

Andar chupándole la cara a gente random porque sientes fomo de no haber pillado aún el covid llevando la mascarilla de protector de codo. Quizás, y en el mejor de los casos, dándote cuenta eventualmente que deberías dejar de escuchar a Jorge Drexler. 

  • “Nopensequeibaasalirjkfkk”: 

Sentir nervios ante la posibilidad de que saquen tu nombre en La Ruina mientras lo miras por YouTube sentado en el comedor con tus ropas de estar por casa.

  • “Terroristadechoripanes”: 

Para cuando quieras explicitar tu enojo a jugadores de fútbol en un estadio repleto luciendo con orgullo la apariencia exterior de tu propio cementerio de canelones. Aplica también para competiciones de a ver quién pela más rápido un arenque o a lo que sea que jueguen allí.

  • “Añamemby”:

Esto es solo porque me parecería divertido que los finlandeses putearan sin darse cuenta en guaraní.

  • “Condragtulations”: 

Esta palabra ya existe, pero la propuesta es que en Finlandia abarque la situación de ensayar caras de gratitud y felicidad poniéndote nerviosa porque fantaseas que algún día alguien te vaya a dar un premio por vaya a saber uno qué cosa, mientras estás haciendo la compra en el Mercadona en pijama.

  • “Panchitoseverywhere”: 

Para cuando resignas enfrentar al señor ese que se queja en la cola del supermercado porque cree que todo es culpa de que la cajera sea sudaca, y en lugar de ello te reconforta saber que ni bien vuelvas a casa acabarás de manera fulminante con la xenofobia a través de un tweet. Puede ser que otra vez estés en el Mercadona en pijama, pero aplica también para otras cadenas de supermercado.

  • “Akasikenosecög”: 

Cuando decides lavar una vez más esas bragas que deberías haber tirado a la basura mínimo doce usos o máximo doce husos horarios atrás, vistiendo un bikini a modo de ropa interior porque era lo único que encontraste limpio.

  • “Akakuarentaysiete”: 

Descubrir que vives en un país que comparte 1300 kilómetros de frontera con Rusia mientras con otros tres amigos llevan el torso desnudo con letras pintadas en el pecho porque estando juntos en línea construyen las siglas de la OTAN y a ti la “o” te ha quedado delimitando un blanco bastante próximo a órganos vitales.

  • “Chorizamay”: 

Para cuando decides definitivamente abandonar psicoterapia porque confías en que todos tus problemas acabarían en la medida en que encontrases un buen nombre drag mientras llevas por primera vez en tu puta vida maquillaje.

  • “Soïmbecil”:

Resignar luego del coito a tener cualquier contacto con la persona que tienes entre las piernas porque con el orgasmo has tenido revelaciones absurdas como que cuando escribiste “símbolos de los idiomas de lejano oriente” te referías al concepto de ideogramas. No es que sea excluyente, pero lo suyo sería que tú o el ser humano que tienes entre las piernas tuviesen los calcetines puestos.

Rocio Marchetti
Rocio Marchetti
Rocío Marchetti es argentina y por eso vive en Barcelona. Licenciada en guion obtuvo luego un máster en estudios de cine y por eso se le da muy bien estar en el paro de manera serial. Está cansada de explicar que su fobia a las tortugas es un miedo irracional. Es alérgica a la penicilina, la psicomagia y la francofilia.

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