Un artículo enciclopédico suele comenzar con una breve introducción del tema a tratar, pero en este caso obviaremos esa formalidad. Es absurdo presentar a las Peteneiras porque son conocidas en todo el mundo. Se trata, probablemente, del mamífero más fotografiado del planeta, superando, incluso, a Leo Messi. Los bigotes azules, las patas torcidas, los cuernos cruzados… Su figura es absolutamente inconfundible y todo el planeta sabe de su existencia desde que fueran descubiertas por los exploradores españoles en el exótico[1] paisaje del Puerto de Sevilla, antes de partir a las Américas.
Su popularidad ha provocado que las Peteneiras sean criaturas con una enorme carga simbólica. Tan superlativo es el peso metafórico que soportan que tienen las espaldas hundidas hacia el suelo, figuradamente, claro. Su simbolismo las ha llevado a aparecer en algunas de las más destacables obras artísticas de la historia: en el Quijote, disfrazadas de molinos; en la Odisea, convertidas en cerdos, y en el Guernika, tal y como son.
Las Peteneiras han protagonizado innumerables episodios históricos, tantos que mencionarlos nos llevaría toda la historia. Por ejemplo, en el siglo VII una Peteneira murió en un campo estrellado de Galicia. Se llamaba Santiago Apóstol y hoy hay una catedral venerando sus restos. También han sido protagonistas de numerosos escándalos y desgracias: el esclavismo en América, del que fueron colaboradoras necesarias, del asesinato de, al menos, tres presidentes americanos y, más recientemente, de la eliminación del Barça en la Champions League.
A pesar de su enorme popularidad, no demasiada gente conoce una de sus características más peculiares: su llanto. Es, sin duda alguna, el más emotivo y conmovedor del reino animal, más gratificante incluso que el llanto de un hombre millonario. Su belleza eleva la tristeza a la categoría de arte.
La característica más destacable del llanto de las Peteneiras es que es completamente inaudible para el ser humano[2]. Su llanto es, por tanto, en silencio; allí donde no se escucha nada es que hay una Peteneira llorando desconsolada. Cuánto más silencio, más dolor y tristeza tiene la criatura. Esa certeza ha llevado a la depresión y a la locura a cientos de miles de hombres y mujeres, incapaces de conciliar el sueño por el silencio atronador del llanto Peteneiro. Otros individuos, en cambio, de naturaleza más vil e insensible, disfrutan de la calma asociada al dolor del animal, por lo que se dedican a su caza y maltrato. Las persiguen y les dan palizas para escuchar el silencio de su llanto y encontrar así una paz desaparecida en este mundo ruidoso y mecánico. A pesar de la brutalidad de estas acciones, las asociaciones animalistas se mantienen en silencio, aunque esto bien podría ser una muestra de solidaridad.
Cabría decir, a propósito de su llanto, que las Peteneiras son el único animal cuyas lágrimas son segregadas por todo el cuerpo, siendo expulsadas a través de la piel y de la vulva. Es por ello imposible saber si una Peteneira está llorando o si acaba de hacer deporte y está muy sudada. De cualquier modo, esta eventual confusión es poco probable, ya que las Peteneiras dejaron el deporte hace varios años, por eso han engordado tanto y les queda mal todo lo que se ponen. De ver una Peteneira empapada no habrá duda de que están llorando, llorando porque están gordas y no se casarán nunca.
Cabría comentar el estado de la especie en cuanto a su conservación se refiere. Esta depende mucho de si se realiza mediante saladura o si se hace en lata, en cualquier caso existe un nada despreciable riesgo de extinción. En los últimos años se han llevado a cabo numerosas incitativas para impedir que las Peteneiras desaparezcan. En este sentido, la PFT[3], nacida por iniciativa de las propias Peteneiras, se ha visto envuelta en numerosos casos de abuso sexual, algo que desde la asociación afirman rotundamente ya que es muestra de su compromiso con la reproducción de la especie.
Finalmente, cabría destacar… Un momento, ¿no lo oyes? Yo no oigo nada. Nada de nada escucho. Silencio total ahora mismo. Por Dios Santo, qué silencio absoluto, cuánto dolor debe estar pasando. Ay, ¡pobriña Peteneira!
1No debe olvidarse que lo que es familiar para unos pocos es exótico para el resto, que es la mayoría. De este modo puede decirse que todo paisaje es exótico por definición democrática.
2 Se desconoce si otros animales consiguen oírlo, ya que nunca responden cuando se les pregunta al respecto
3Peteneiras for themselves.