Alegría: 8/10. Mientras que alegría es, sin duda, la palabra que mejor se adapta al concepto “alegría”; carece de sonoridad. El exceso de vocales embarra un poco lo que viene a ser la frescura de las consonantes. Pese a la falta de sonoridad, alcanza un 8 por el descaro de incluir una R después de una G, algarabía del lenguaje que siempre suma puntos
Contento: 5/10. Simplón y carente de matices. Correcto para salir del paso y poco más. La quinoa de los sinónimos de alegría.
Júbilo: 7/10. Buena palabra, lastrada por un envejecimiento muy mal llevado. Pese a la U esdrújula, que siempre añade una componente de sorpresa, su cercanía a la palabra jubilación hacen de este sinónimo una palabra añeja y poco susceptible al meme.
Regocijo: 10/10. Goat. Una palabra que añade sabor a tu discurso sin pasarse de académico. Excelentes fonemas en excelente combinación. Monárquica y chanante. El nombre que le pondrías a tu hijo si no existiese el bullying.
Alborozo: 3/10. Muy buen final, pero se hace un poco larga. Empezar con vocal es siempre arriesgado por la misma razón que esta palabra ha perdido relevancia: crea una expectativa que es difícil de alcanzar. Al igual que la palabra albornoz, un rebranding del primer ecuador de la palabra podría, de forma sencilla, traerla de vuelta al resplandor del aprobado.
Euforia: 4/10. Buena palabra per se, lastrada por su asociación a Zendaya chutándose fentanilo. De no ser por la evidente asociación al significado anglosajón, sólida palabra con muy buen juego de sonidos. Sólido desempeño de las vocales, al contrario que en la palabra “alegría”, añadiendo sonoridad y sabor a la pronunciación.
Alegranza: -2/10 puta mierda que ya nadie usa, y con razón. Bazofia. Excremento
Gozo: 7.5/10 Correcto. Sin mucha extravagancia, pero con un aire simpático. Es a los sinónimos de “alegría” lo que tu amigo Guille del instituto. No le haces mucho caso cuando eres joven y quieres pasártelo bien, pero cuando las canas asoman y hay que asentarse es una opción más que correcta. De vez en cuando le miras, mientras está sentado mirando las noticias y bebiéndose vaso de Coca Cola zero, y piensas “¿de verdad le quiero aún?” . Y te asustas de sólo pensarlo, ya que sabes que quizás nunca le has querido. Sabes que la presión iba en aumento y los dos os encontrasteis y decidisteis hacerlo funcionar. Y ahora, dos hijos y una hipoteca después, te preguntas si realmente eso es lo que querías o si la sociedad te empujó hacia la desidia. Que quizás esos años que pasaste con Paula de joven son en realidad lo que tu vida debería haber sido. Que el camino que has seguido no es más que un producto. Miras a Guille y sientes vacío… desencanto…ira
Regodeo: 3/10. Para ser sinceros, pensaba que significaba otra cosa. Rollo presumir y tal… suena a pijo madrileño. Suspenso sin más
Hilaridad: 6/10. Nombre de señora mayor de pueblo. No tiene una sonoridad especialmente reseñable, pero resulta entrañable. Te recuerda a la verbena, al calor del verano, las abuelas cotilleando en la plaza… aquel verano que tú y Paula fuisteis de pueblo en pueblo bailando y disfrutando de la vida… esa alegría que Guille no te puede ofrecer. Le agradeces que lo intente, cuando de vez en cuando te lleva a cenar a un restaurante de comida exótica, pero no hay ni un solo plato en la excelente gastronomía tailandesa que se acerca en sensación a esos besos furtivos al alba tras una noche de verbena. Sabes que tu vida no te excita, pero no tienes el valor de cambiar las cosas. Tu cuerpo ya no es el mismo, tu trabajo te ancla a un puñetero escritorio demasiadas horas al día, demasiados días al año. La adopción de los peques fue muchísimo esfuerzo, y jugártela en un juzgado parece demasiado arriesgado. Asusta pensar en qué hay al otro lado, pero a este lado todo lo que tienes es Guille sentado.
Aleluya: 1/10 Suena demasiado eclesiástico
Sésamo: 8/10 la sensación con este sinónimo es que hay una segunda acepción mucho menos conocida. Pero solo por la fantasía de pensar que cuando estás feliz estás sesámico, se merece una buena nota.
Ajonjolí: 10/10 Ni idea de lo que es, pero es buen palabro
Hasta aquí la lista. Resulta que felicidad no aparece como sinónimo de alegría. Raro, ¿no? Alegría sí que aparece como sinónimo de felicidad. Se ve que estas cosas no son siempre recíprocas. La reciprocidad en realidad es una cosa excepcional. Con total seguridad sabes que Guille te ama con locura, pero sabes que tú a él no. Y crees que él también lo sabe. Y te aterra. A veces te preguntas si tú no te atreves a dejarle, pero un día él te abandonará a tí. Y te asusta que se canse de tí, y que todo sea tu culpa. Pero también sabes que la sensación sería de alivio, pese a lo complicado de la situación. Quizás lo has leído tú mal, y el también se siente encerrado. Tú también tienes tus cosas, y Guille también tiene su pasado. Él también fue joven, su Paula se llamaba José. Quizás la vida es así, y estáis juntos en vuestra desgracia, pero al menos la compartís con alguien que toleráis. Al final, tomarse una refresco y mirar la tele no está tan mal. Te sirves un mosto y vas al sofá a sentarte con Guille y mirar las noticias juntos. Guille se acomoda para hacerte espacio junto a sus piernas. Te sientas. Guille se tira un cuesco del tamaño de Burgos. Le pides el divorcio.