Era aproximadamente las 18:30 de la tarde y todo estaba listo para la llegada del invitado. La productora llevaba tiempo intentando conseguir la entrevista, pero por motivos de salud la gira europea del cantante no pasaba por Huelva hasta abril de 2022.
La expectación era alta, el equipo al completo había pasado por la peluquería esa misma semana y portaba sus mejores galas. Hasta Martín, el cámara que se jubilaba a final de mes, se recortó los negros pelos característicos de su oreja derecha y que, para nuestra sorpresa, resultó ser mucho más pequeña que la izquierda. Todo estaba preparado una legión de fans se agolpaba en la puerta, cosa que no ocurría desde la entrevista a Pitingo en 2008.
Alrededor de las 19:15 llegó una gran furgoneta negra con cristales tintados a plató. Comenzó a bajar el personal de seguridad por la puerta trasera y con una coordinación exquisita abrieron la puerta lateral. Ahí estaba él: Prince Rogers Nelson, el mismo Prince. Los seguratas le abrieron paso y entró en plató sin arquear una ceja.
Todo el equipo del programa estaba a su disposición. Para darle la bienvenida producción le tenía preparado en el camerino cajas de fresas y gambas frescas mientras los guionistas freían chocos para que pudiera probar la amplia gama del producto local. A pesar de la insistente ofrenda, su representante nos comunicó que no podía probar bocado porque estaba siguiendo una dieta estricta y que necesitaba un poco de calma para prepararse. Él, mientras tanto, se mantenía callado, ajeno al bullicio.
Pasaron las 21:00 y parecía que por fin iba a empezar la entrevista. Prince se sentó donde le indicó su representante y nuestro querido presentador iba a lanzar la primera pregunta cuando de repente sonó un teléfono. Un ejecutivo de la cadena gritó que había que parar la entrevista. El New York Times acababa de publicar que Prince mantiene una estrecha relación con Putin y que le habían cancelado el final de la gira por Estados Unidos. Acto seguido su representante junto a los seguratas fueron a por él y se lo llevaron al camerino. Tras una breve e intensa charla entre el ejecutivo y el representante parecía que la entrevista quedaba oficialmente cancelada. Finalmente, el personal de Prince, con la coordinación exquisita que le caracterizaba, comenzó a allanar el camino para que la estrella abandonase las instalaciones y, ante tal tumulto de gente, logré hacerme hueco para preguntarle en un torpe y atropellado inglés cuál era su relación con Putin. Conseguí que al menos me mirara y, para mi asombro, me respondió en un perfecto castellano: “es mi dietista”.
