Mis vacaciones escalando el Everest están siendo un absoluto desastre. Los tanques de oxígeno que compré eran de helio y mi voz suena tan aguda que los sherpas se están riendo de mí todo el rato y no soy capaz de hacerme respetar.
La bicicleta está siendo un atraso porque no hay carril bici, así que la llevo a cuestas todo el rato. Espero poder usarla para bajar. Lo de bicicleta «de montaña» era claramente publicidad engañosa porque ni escala ni nada, estoy haciendo yo todo el esfuerzo. No voy a comprar material de escalada por aliexpress nunca más (excepto si hay alguna oferta que sea muy atractiva).
He establecido el campamento base en un Bed & Breakfast al que regresamos cada día, en cuanto cae el sol. Hacemos noche ahí. Me da la sensación de que no estamos avanzando y que cada día llegamos hasta el mismo punto. Muchos de los sherpas que me acompañan cuestionan mi liderazgo, por lo que me tengo que pasar el día gritando y castigándoles. Muchos de ellos son de talante perezoso y se entretienen haciendo muñecos de nieve. Además la han puesto a los muñecos de nieve casi toda mi ropa, así que estoy escalando en pijama.
Es la última vez que contrato a sherpas de ocho años. Aún así, creo que mi decisión fue muy astuta: si su cuerpo es más pequeño, pesará menos, por lo que tendrán una capacidad extra de carga.
***
¡Quién lo diría pero escalar es agotador! Me he decidido a pedir ayuda en redes sociales y que Twitter haga su magia. La altura de la montaña resulta de mucha ayuda en estos casos pues al estar tan cerca de los satélites hay buena conexión de datos. Estoy usando el móvil como router y ahí conecto el ordenador, que es donde escribo los mensajes, dado que nunca me ha gustado demasiado escribir en el móvil. No soy TONTO: sé que una expedición de escalada extrema de estas características no es un sitio adecuado para un ordenador, por lo que he traído el más viejo que tengo, por si se rompe. Es un Pentium con un monitor antiguo de tubo.
Esta bitácora, sin embargo, la escribo a mano. Creo que queda más auténtico, más de alpinista. Por suerte, a última hora me decidí a poner en la maleta también mi viejo escáner y puedo hacer copias digitales diariamente.
***
Con lo que me está costando alcanzar la cima, espero que haya una buena tienda de souvernirs ahí arriba.
***
La ventisca hoy es terrible y nos está llevando al límite. Es sorprendente la cantidad de nieve que se te puede llegar a meter en los ojos en solo unos segundos. Esta mañana, con los ojos cerrados y enterrado en la nieve he aprovechado para pensar por qué estoy aquí. Todo empezó en julio. Mi mujer me dijo que quería ir de vacaciones a Calella, pero yo le dije que prefería vacaciones de montaña. Y ella me dijo «de montaña no» y yo dije, «¿¿Que de montaña no?? A ver, cuál es la montaña más alta que hay» y vi que era el Everest y por eso me decidí a venir.
Mientras yo estoy aquí enfrentándome a los elementos y mirando a Dios directamente a los ojos (o eso pienso hacer en cuanto consiga abrirlos, porque se me han quedado los párpados pegados) ella está con unas amigas a la playa. ¡Qué cara de tonta se le va a quedar cuando me vea de portada en la revista «Escalators» o hagan un documental sobre mí en LA 2!
Lo del documental está cubierto: me he traído 3 trípodes, 2 cámaras y un equipo de iluminación. Lo manejo todo yo mismo porque estudié audiovisuales pero, eso sí, me he traído un director de fotografía. Lo malo es que con tanta nieve los focos están apagados todo el tiempo y pesan un quintal. Si no encuentro enchufes pronto habré hecho el tonto trayéndolos para nada.
Creo que va a quedar muy bien porque estoy narrándolo todo con voz bastante épica, describiendo todos mis movimientos y explicándolos mirando a cámara. Confío en que en postproducción puedan corregir el audio porque con el helio, todas mis declaraciones están sonando con una voz aguda horrible.
***
Bueno, me han dicho que tengo que dar de alta a los sherpas. Por suerte, me he venido con el gestor. ¡Lo tengo todo cubierto! ¡Ja! ¡Y me dijeron los del Decathlon que estaba loco y que no tenía ni idea de escalada!
***
Hoy ha sido un día especialmente duro porque después de 8 horas de expedición nos hemos dado cuenta de que estábamos andando en círculos. ¡Cómo odio las rotondas!
Víveres tenemos, pero con tanta nieve está todo congelado. Suerte que he traído el microondas.
***
Hoy fatal también. Todo el día perdido buscando leña y no hemos encontrado ni una rama. No ha habido manera de encender la barbacoa. Si lo llego a saber no me la traigo.
La verdad es que estoy pasando muchísima hambre en el Everest. Se come fatal. Y, además, todos los días que hemos acampado, por más que madrugue y salga de la tienda a primera hora, no llego a tiempo al bufé de desayuno.
Y está siendo imposible que me laven las toallas. Las dejo tiradas en el suelo de la tienda y cuando vuelvo por la noche ahí siguen, pero encima de sucias están también congeladas. Muy, muy frías. Se te queda la cara pegada. No sé cuál de los sherpas se está encargando de ese tema pero me temo que está confundiendo la lavadora con el congelador.
***
Día nefasto: han huido 2 sherpas, el gestor y 3 dedos de mi mano izquierda que no aparecen por ningún sitio.
Los días que no bajo al Bed and Breakfast estoy durmiendo muy bien en la tienda. Suerte que no escuché a los del Decathlon que querían venderme un saco de dormir y yo dije que ni hablar y me he venido con una cama de matrimonio. Ellos me vendían una esterilla absurda y les tuve que explicar que la ladera de una montaña no es buen momento para practicar yoga.
En honor a la verdad diré que la cama de matrimonio para dormir va muy bien, pero para avanzar por la montaña va francamente mal.
A quien lea esto le pediré que no presuponga que soy idiota: lógicamente la cama es “modelo escalada”. Se desmonta y se monta cada día y que compré en una tienda de muebles suecos. Se nota que los suecos están preparados para la nieve porque todos sus muebles son desmontables, preparados para el camping.
Ya animado, cuando fui a esa tienda compré también un armario de tres puertas y un galán de noche en el que poner mi ropa de escalada cada noche, para que no se arrugue.
Lo malo es que montar y desmontar el campamento es algo lento y me roba 7 horas de sueño y además se me ha olvidado la llave allen, por lo que uso un hueso de pollo para montar los muebles y eso hace que el proceso sea incluso más tedioso.
He de reconocer que los sherpas guiar quizá guían muy bien, pero montar muebles no se les da demasiado bien. Bueno, eso es lo que supongo dado que no me están ayudando nada y todavía no he podido comprobarlo.
Oh, falsa alarma, he encontrado mis dedos: estaban debajo de la almohada. ¡Qué alivio! Lo que esta montaña maldita te quita, también te lo da (más o menos).
***
Creo que escalar el Everest no solo me está convirtiendo en un escalador muy bueno sino que me está ayudando a convertirme en un líder bastante nato. Además de montar y desmontar los muebles, cargar a cuestas todos los bártulos y pagarlo todo (y ojo, aquí todo es CARÍSIMO, el eslogan ese de “FREE TÍBET” se ha demostrado una estafa porque no hay nada gratis) mi principal misión es como líder de la expedición es mantener una actitud positiva en todo momento. Por ejemplo, me he dado cuenta que taparme la cara con las manos y llorar diciendo “oh, por qué, por qué, por qué” hunde la moral de la tropa por lo que me paso el día intentando ver la parte positiva de todo y diciendo cosas como “¡ojalá haya más nieve ahí arriba!”, “¡qué acantilado tan bonito, ojalá hubiera más!” o “¡El risco que se me ha clavado en la espalda es que me queda hasta bien!”.
El lenguaje sherpa es (sea cual sea) fascinante. Al contrario que el lenguaje esquimal (sea cual sea) solo tienen una palabra para “nieve”, pero aún así es un lenguaje rico y complejo. Tienen, por ejemplo, un montón de palabras para decir “imbécil” y se están empeñando en enseñármelas todas.
***
Estoy empezando a pensar que fue una mala idea hacerme imprimir y meter en la mochila 10.000 tarjetas con el texto “Kike García. Escalador”. No he repartido casi ninguna.
Ahora que llevamos aquí ya muchos días y que soy un experto en escalada, no dejo de pensar en lo mal que me asesoraron en Decathlon. Me hicieron comprar un piolet y en varios días de escalada todavía no me he cruzado con ningún trotskista, así que está sin usar. Además, bastante difícil es subir por paredes de hielo con las manos desnudas como para ponerse a hablar de política. No es momento, sinceramente.
***
Hoy hemos avanzado muy poco. Me he pasado el día recogiendo hielo para llevarle de recuerdo a mi mujer, que le chifla el gintonic. Espero que aprecie el gesto porque he escogido para ella un cubito casi tan grande como yo. Pesa tanto que quizá podría dejarlo por aquí y cogerlo a la vuelta, al bajar de la montaña, pero me da miedo que me lo roben, así que creo que lo inteligente es llevarlo siempre encima. Los sherpas me lo quieren robar seguro, porque me ven arrastrar el enorme bloque de hielo y hablan entre ellos señalándolo con carcajadas de pura envidia.
***
Día especialmente duro hoy. Caídas y resbalones constantes. Las babuchas son muy calentitas y por eso me decidí por ellas, pero en el hielo resbalan mucho más de lo que había previsto. Tendría que haberme comprado unas botas de futbolista o unos neumáticos con cadenas.
Además de la cama de matrimonio, el gestor, el microondas, el PC, la bicicleta de montaña, la cafetera, el molinillo profesional, el barista y el enorme bloque de hielo estoy cargando también con 50 kilos de rocas. La idea es la siguiente, una vez llegue a la cima del Everest pondré las rocas encima de la cima, haciendo el Everest más alto de lo que era y subiendo yo a continuación. ¡Seré el primer escalador en ascender a la nueva y mejorada cima del Everest!
Cuando otros escaladores me digan que subieron a la cima del Everest les diré “¿pero de qué Everest hablas? ¿A eso llamas tú el Everest?”
***
Probablemente los lectores que lean mi bitácora (probablemente publicada por alguna editorial de prestigio especializada en escalada y montañas) y piensen que soy un imbécil sin preparación ni experiencia previa en escalada que se ha venido al Everest a la aventura, pensando que sería fácil. De eso nada, a esos lectores (que son ya mis enemigos mortales y a los que juro dar caza y matar en cuanto baje de esta maldita montaña) les quiero dejar claro que este no es mi primer ocho mil. Antes de venir al Everest entrené subiendo y bajando de uno: el Everest mide 8849 metros de altura y yo en casa tengo un armario de 1,5m de alto que subí y bajé 5899 veces. Por eso estoy tan seguro de que llegaré a la cima, porque será mi segunda vez en lograr una gesta semejante.
Esta es una de las cosas que, a fin de que confíen en mí, les explico cada mañana a los sherpas durante mis entusiastas discursos motivacionales. Son dos horas de charla diaria que parecen una pérdida de tiempo pero resultan esenciales para levantar la moral. Y si hay algo importante en el Everest (por encima de la comida o el abrigo) es la moral. De hecho, los sherpas empiezan a escucharme muy serios y después de oírme todos acaban riendo a lágrima viva y de muy buen humor.
Entre las charlas, montar y desmontar campamento, bajar al supermercado de la base a por comida y tal, de escalada-escalada nos quedan solo 45 minutos diarios, pero los aprovechamos muy bien y cada día avanzamos un poco; que eso es lo que cuenta.
Como les digo yo siempre cuando se quejan de que apenas hemos subido unos centímetros tras una jornada de escalada: un metro no es solo un medio de transporte, es también un triunfo.
Calculo que, a este ritmo, llegaremos a la cima en 24 años. Ahora pienso que debería haber cogido más días de vacaciones.
Visto así, la playa no era tan mala opción. Último año que cojo vacaciones de montaña. En cuanto vuelva al trabajo en 2045, planearé las vacaciones de 2046 con más tino.
Voy a intentar dormir que mañana me espera otro día duro escalando el Everest.
***
“Uf el Tíbet es un parque de atracciones” eso es lo que leía yo en algunas críticas de otros alpinistas que han estado en esta montaña y hablan de masificación o turismo para ricos. Pues me parece a mí que han estado en pocos parques de atracciones porque esto es horrible. Estoy pasando mucho, mucho frío.
Mis ropas claramente no son adecuadas pero es que cuando fui al Decathlon me querían vender prendas inapropiadas para el Tíbet y yo insistía en que no iba al polo norte pero en todos los abrigos que me enseñaban ponía claramente “The North Pole” y dije que no era eso lo que necesitaba. Al final compré una camiseta en la que pone “Himalaya” (y por tanto diseñada específicamente para venir aquí) y otra en la que pone “Turbo” (porque yo también buscaba rapidez). “Tenemos esta chaqueta” me decían. Y yo “¡Que no voy a Carhartt, que voy al Tíbet”. En estas tiendas te quieren estafar todo el rato.
Los libros también son importantes. Me he venido con Tintín en el Tíbet y la Constitución Española. Cada noche les leo un artículo a los sherpas.
***
Día malo en general. Hemos avanzado muy poquito y creo que se debe a mi falta de motivación y a cierta sensación de monotonía. Probablemente se deba al hecho de que para mí escalar el Everest se ha convertido en algo completamente rutinario y falto de emociones. O sea, fácil.
Hace días que no ocurre nada de “pura acción” y para alguien como yo eso es la muerte. Entiendo que para mí el alpinismo extremo es lo mismo que para otra persona ir a trabajar o hacer balances fiscales. Excepto por el frío, el hambre extrema y la sensación de muerte inminente, que empieza a ser francamente molesta.
***
Blanco infinito. Ni un árbol. Mucha hambre.
He intentado salir a cazar conejos. Fracaso total. El resultado me hace pensar que o bien no hay conejos en el Everest o bien son muy listos (se ocultan en la nieve o se hacen pasar por sherpas etc)
Para pasar el tiempo, miro a los guías y me imagino que son pollos asados bailando. Mi imaginación es tan prodigiosa que ni siquiera tengo que hacer un esfuerzo para verlos así.
De hecho empiezo a pensar que son REALMENTE pollos asados y que es muy buena idea morderlos, a ver qué pasa.
Ha ocurrido algo terrible. Me he despertado esta mañana y al salir de la tienda… bueno, no he podido salir de dicha tienda porque no había tienda. ¡Alguien nos ha robado todo lo que tenemos! Hacer tibetismo así es imposible. (Tibetismo es como hacer alpinismo pero en el Tíbet). Se han llevado hasta la tienda en la que dormía, pero lo peor no es eso, lo peor es que también se ha llevado toda la comida que quedaba y las herramientas y los sherpas.
¡El canalla del ladrón me ha robado todos los sherpas!
Es verdad que parecían estar hartos de mí y que me odiaban, pero un secuestro no mejorará su humor. Claramente, el ladrón es un profesional. ¿Dónde queda el código de honor de los montañistas? Solo los de la expedición sabíamos que estábamos aquí. Probablemente llevaba días siguiéndonos.
Pienso en esos pobres sherpas, secuestrados como objetos, y se me rompe el corazón. ¡Robar personas! ¡Dónde se ha visto!
Además, los sherpas llevaban días amenazando con abandonarme y justo anoche hablamos a gritos y con muchas amenazas conseguí hacerles entrar en razón y me fui a dormir con la conciencia tranquila. Así que el robo llega en el peor momento. En fin, el caso es que ahora estoy solo en el Everest y eso me deja en una situación extremadamente frágil que lejos de desanimarme me motiva a dar lo mejor de mí mismo. Estoy llorando y temblando de pura emoción y amor al tibetismo.
***
He aprendido poco idioma sherpa (sea cual sea), pero sé que en ese lenguaje “crisis” es sinónimo de “muerte agonizante” pero también de “oportunidad” y voy a centrarme en esa segunda acepción, pues se adapta mejor a mi cosmovisión. Definitivamente, el ladrón que anocheasaltó el campamento es un profesional porque acabo de darme cuenta de que junto al equipo, los víveres y los sherpas se llevó también 6 dedos de mis pies, un dedo de la mano izquierda, y un trozo de la nariz.
Por lo demás, el resto de mis extremidades tienen un aspecto negruzco muy saludable. Yo no sabía que en el Everest se podía poner uno tan moreno. No es un moreno de playa, es más bien un moreno de, no sé, tubo de escape o víctima de un volcán. Bonito a su manera.
Lo que está claro es que si había un momento de encontrar un patrocinador que pudiera financiar mi expedición con incontables sumas de dinero, es este. Creo que muchas marcas estarían dispuestas a vincularse a una personalidad intrépida como la mía. ¿Valores de marca? Aventura, supervivencia, hambre ¿Visibilidad que ofrezco a cambio? Estoy en la montaña más alta del mundo, así que tú dirás.
A cambio, el patrocinador solo tendría que suministrarme fondos necesarios como para contratar lo básico: cuerdas, latas de comida y un helicóptero de rescate que tendría que llegar, calculo, en los próximos 10-20 minutos a más tardar. Pienso que a marcas de alto nivel como Nike, Qatar Airways o Torrons Vicens podrían estar muy interesadas en patrocinar una expedición que, de golpe, ha ganado e intensidad, dificultad y, por tanto, emoción.
Nota de hoy: -7
(Por temperatura corporal, dedos perdidos y metros ascendidos, pues me he caído de un risco)
***
Día nefasto.
A ver mañana qué tal. Seguro que veré las cosas mucho mejor mejor después de un sueño reparador en una cama confortable, con su almohada y sus buenas mantas (construido todo ello con nieve por mí mismo hace un rato).
***
Qué noche más mala he pasado.
Cuando alguien os diga que se duerme genial a la intemperie, a -15ºC y usando nieve como ropa de cama que sepáis que hay un 60% de posibilidades de que esté mintiendo como un bellaco.
***
Nieve.
***
Nieve.
***
Nieve.
***
Nieve.
***
Buf, más nieve.
***
Muchísima nieve.
***
Un poco harto de la nieve, para qué os voy a engañar.
***
Nieve.
***
Nieve.
***
¡Algodón de azúcar!
***
Vale, no, era nieve.
***
Más nieve.
***
Debería haber traído un poco de sal, porque lo de la nieve empieza a ser un problema.
***
Estoy valorando seriamente dejar de barrer la nieve porque creo que no sirve de nada.
***
Lo que se está perdiendo mi esposa por no acompañarme. Me la imagino ABURRIDÍSIMA en la Costa Brava.
Una cosa muy buena de la majestuosa miseria del Everest es que no tienes que pensar en dónde comer o dónde cenar porque no hay comida de ningún tipo.
***
Haciendo ángeles en la nieve. Quedan mal, a causa de los miembros amputados.
Mirando al cielo y concluyendo, por la posición de las estrellas, que esta noche también duermo al raso.
***
Día malo. Hoy también he avanzado muy poco, en parte por la nieve (demasiada) y en parte porque he visto una piedra y he sentido la tentación de lamerla y me he quedado pegado por la lengua durante 17 horas. Curioso. Pese a la nieve, bastante calor hoy.
***
¡Mucho calor! ¡MUCHÍSIMO CALOR!
Calor inaguantable.
***
Hace un sofocón increíble y parece que esté perdiendo la cabeza a causa del frío pero luego he reflexionado y he deducido que, estando más cerca del Sol (y probablemente y a en la cima de la montaña) es lógico que haga calor.
***
Decidido: voy a desnudarme.
Vale. Mucho mejor ahora.
Una cosa muy buena del Everest es que es difícil que nadie te pueda ver desnudo (por ejemplo desde un balcón del edificio de enfrente) porque no hay nadie que pueda estar por encima.
Bueno, quizá un helicóptero.
***
La verdad es que se está muy bien en el Everest. Gran idea venir.
Lo que no entiendo es por qué hay un concierto de Nine Inch Nails aquí encima en el Everest.
Me han insistido en que me quede a escuchar pero les he dicho que no puedo, que tengo que ir a la cima, que mi esposa me espera allí.
***
Gofre de Nutellita en el agradable puestecito de crepes y dulces que acabo de encontrarme y que estaba regentado por Manuel Fraga Iribarne, ministro franquista de Turismo.
Tengo que admitir que le he cogido el gusto al Everest. Si bien los primeros días han sido frustrantes, ahora me resulta facilísimo escalar, la gente es muy agradable y yo estoy eufórico.
Desnudo y eufórico.
***
Qué calor, Dios mío.
Sospecho que la congelación y el mal de altura podrían estar afectándome pero mido 1,63, así que no puede ser eso.
***
Otra cosa muy mala del Everest, además del calor, es que da mucho sueño.
Voy a tumbarme en esta cama de aquí un rato. No veo qué mal podría hacerme dormir un poquito. Incluso los mejores escaladores del mundo tenemos derecho a tumbarnos un poquito sobre una roca (que extrañamente visualizamos como una cómoda camita, pese a que sé que es una roca).
Decidle a mi mujer que la cima del Everest es la hostia, que me he enfrentado a la abrumadora inmensidad de la Creación y que he vencido a Dios mismo y que el próximo año organiza ella las vacaciones, que pida explicaciones a Decathlon por su mal asesoramiento y que
NOTA:
Estos mensajes escritos con letra errática en unas cuartillas de papel (completamente manchadas de lo que parecen lágrimas, sangre y heces) fueron encontrados junto al cadáver de Kike García, estando este tumbado sobre una roca a 100 metros de la carretera en el prepirineo. Junto al cuerpo (por algún motivo, desnudo) también se encontró esta enigmática fotografía de lo que parecen sus últimos momentos.