Zulay Montero estudió Periodismo por culpa de su libro favorito de pequeña: Sheila la
Magnifica, en el que una niña creativa (y un poquito mentirosa) montaba un periódico
durante un campamento de verano. Con el tiempo, la realidad de los medios de
comunicación fue rompiendo sus sueños hasta hacerla caer en el lado oscuro de la
publicidad.
Ahora está de vuelta, retomando su pasión y dejando salir su auténtica voz: irónica, cruel y satírica, esa que se escondía tras la máscara de pretendida cordura que construyó para encajar.
También es fan de cantar mal por la calle, estudiar filosofía para que su vida sea aún más absurda y trabajar en marketing mientras monta una ONG de comunicación solidaria. Pura contradicción e hipocresía.